Un estudio reciente sugiere que, aunque Splenda no aporta calorías, su consumo podría contribuir al aumento de peso al estimular el apetito y la sensación de hambre.
¿Cómo afecta Splenda al cerebro y al cuerpo?
Investigadores de la Universidad del Sur de California, dirigidos por la Dra. Kathleen Page, encontraron que la sucralosa—ingrediente principal de Splenda—podría confundir al cerebro. Al proporcionar un sabor dulce sin la energía esperada, el cuerpo puede desarrollar un deseo más fuerte por los alimentos calóricos.
Cerca del 40% de los estadounidenses consume edulcorantes artificiales para reducir su ingesta de azúcar, pero los científicos cuestionan si realmente ayudan a controlar el peso.
El experimento: sucralosa, azúcar y agua
Para analizar sus efectos, 75 personas consumieron tres bebidas diferentes en distintos momentos: agua, una bebida con sucralosa y otra con azúcar regular. Los investigadores midieron su actividad cerebral mediante resonancias magnéticas, recolectaron muestras de sangre y registraron sus niveles de hambre antes y después de cada bebida.
Los resultados mostraron que la sucralosa:
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Aumentó la actividad en el hipotálamo, la región del cerebro que regula el apetito.
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Fortaleció la conexión entre el hipotálamo y áreas relacionadas con la motivación y la percepción sensorial, lo que podría influir en los antojos y la conducta alimentaria.
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Elevó la sensación de hambre en comparación con el azúcar, aunque no frente al agua.
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Tuvo efectos más intensos en personas con obesidad.
En contraste, el azúcar elevó los niveles de glucosa en sangre y estimuló hormonas como la insulina y el GLP-1, que ayudan a controlar el hambre. La sucralosa, en cambio, no activó estas respuestas hormonales.
¿Implicaciones para la salud?
Los expertos advierten que estos cambios en el cerebro y las hormonas podrían influir en el peso a largo plazo. En particular, los niños y adolescentes podrían ser más vulnerables, ya que su cerebro aún está en desarrollo y su consumo de edulcorantes suele ser elevado.
Page concluye que es fundamental estudiar si el uso frecuente de estos edulcorantes puede afectar el riesgo de obesidad en el futuro, especialmente en los más jóvenes.