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Por qué sentimos ansiedad por comer dulces y cómo evitarla

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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Cuando queremos mejorar nuestra alimentación o bajar de peso, uno de los mayores desafíos son los antojos intensos por alimentos dulces, salados o ricos en carbohidratos.

Este tipo de hambre emocional y física tiene fundamentos tanto biológicos como psicológicos, que pueden interferir incluso con los planes más estrictos. Entender por qué aparecen estos impulsos y cómo controlarlos es fundamental para mantener una dieta saludable a largo plazo.

Principales causas de los antojos según los expertos

Los especialistas señalan cuatro factores clave detrás de estos deseos: desequilibrios en los niveles de glucosa en sangre, fluctuaciones hormonales, pérdida de líquidos y electrolitos, y altos niveles de estrés. Estas causas, a menudo imperceptibles, activan procesos en el organismo que generan un fuerte impulso por consumir alimentos con alta densidad energética.

Caídas de azúcar en sangre: la causa más frecuente de antojos por carbohidratos

El azúcar es una fuente rápida de energía que activa zonas cerebrales relacionadas con el placer. Las neuronas en el intestino también responden a su presencia, aumentando el apetito y el deseo de seguir comiendo.

Además, los carbohidratos simples —como dulces, productos de panadería industrial o refrescos— provocan subidas rápidas de glucosa seguidas por caídas abruptas. Este ciclo puede aumentar la ansiedad por alimentos que proporcionen energía inmediata.

Neurotransmisores y su influencia en el apetito

La dopamina y la serotonina, neurotransmisores ligados al bienestar, juegan un rol importante en cómo el estado de ánimo afecta el deseo de comer. Consumir azúcar o carbohidratos estimula la liberación de dopamina, reforzando hábitos repetitivos.

Por otro lado, la serotonina regula el apetito. Cuando sus niveles bajan —como suele ocurrir por la tarde o en el síndrome premenstrual— aumentan los antojos de carbohidratos. Investigaciones recientes indican que las mujeres tienden a experimentar esta ansiedad alimentaria con mayor frecuencia.

Pérdida de líquidos y sodio: una causa menos conocida

Dietas bajas en carbohidratos o restrictivas, como la cetogénica, disminuyen la insulina, lo que reduce la retención de sodio y agua. Este desequilibrio provoca una mayor eliminación de líquidos, generando antojos por alimentos salados, dulces o con carbohidratos.

El estado metabólico conocido como “cetosis” intensifica esta pérdida de líquidos y puede causar la sensación urgente de querer algo “sabroso” o energético.

Estrés emocional y la búsqueda de comida reconfortante

Las emociones como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento también pueden desencadenar el deseo de consumir alimentos que brindan confort. El cortisol, la hormona del estrés, afecta directamente el apetito y la preferencia por comidas azucaradas.

Un estudio de 2001 en mujeres premenopáusicas mostró que el estrés incrementaba considerablemente el consumo calórico. Estudios más recientes confirman que el estrés prolongado, sumado a dietas con muchas calorías, potencia los antojos y aumenta el riesgo de comer en exceso.

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