La nueva definición de la obesidad clínica, publicada en The Lancet Diabetes & Endocrinology, establece un modelo de diagnóstico basado en criterios objetivos que reflejan el impacto de la obesidad sobre la función de los órganos y la capacidad de realizar actividades cotidianas.
La obesidad clínica se define como una condición en la que el exceso de grasa corporal reduce significativamente la función de los órganos o dificulta actividades diarias estándar como bañarse, vestirse, comer o mantener la continencia.
Criterios diagnósticos:
La Comisión ha establecido 18 criterios diagnósticos para la obesidad clínica en adultos y 13 específicos para niños y adolescentes. Estos incluyen:
- Dificultad respiratoria y insuficiencia cardiaca inducida por la obesidad.
- Dolor articular en las rodillas o caderas, con rigidez y limitación de movimiento, consecuencia del exceso de grasa corporal.
- Alteraciones en huesos y articulaciones que afectan la movilidad en niños y adolescentes.
- Disfunción en órganos como riñones, vías respiratorias superiores, órganos metabólicos, sistemas nervioso, urinario y reproductor, así como el sistema linfático.
Obesidad preclínica:
El concepto de obesidad preclínica describe una condición de obesidad sin alteraciones orgánicas significativas, es decir, sin enfermedad en curso. Aunque las personas con obesidad preclínica tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles (como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer, y trastornos mentales), aún no presentan síntomas clínicos graves. Estas personas deben recibir apoyo preventivo para reducir su riesgo.
Atención personalizada:
El objetivo del replanteamiento es ofrecer atención personalizada. Según el Dr. Francesco Rubino, presidente de cirugía bariátrica y metabólica del King’s College London, este enfoque facilita el acceso a tratamientos basados en la evidencia para quienes padecen obesidad clínica y a estrategias preventivas para quienes tienen obesidad preclínica, permitiendo una asignación eficiente de recursos sanitarios y una priorización justa de tratamientos.
Este modelo busca garantizar que todas las personas con obesidad reciban el asesoramiento adecuado y la atención oportuna, ajustada a su nivel de riesgo y a la etapa de la enfermedad en la que se encuentren.