Las personas con artritis inflamatoria tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad. Sin embargo, un estudio reciente sugiere que estos problemas de salud mental no están siendo tratados de manera adecuada por los médicos.
El estudio, publicado en Arthritis Research & Therapy, muestra que los pacientes con artritis tienen casi la misma probabilidad de recibir medicamentos o terapia para tratar los trastornos del estado de ánimo que las personas sin artritis, a pesar de su mayor vulnerabilidad a la depresión y ansiedad. La investigadora principal, Mary De Vera, profesora asociada de la Universidad de Columbia Británica, comentó que, aunque es bien sabido que los problemas de salud mental suelen recibir menos atención, se sorprendieron al encontrar que no había diferencias significativas en la atención de salud mental entre los pacientes con artritis y aquellos sin la enfermedad.
En el estudio se analizaron a casi 7,000 pacientes con artritis y depresión, y 3,700 con ansiedad. Los resultados indicaron que alrededor del 51% de los pacientes con artritis recibieron medicamentos para la depresión, en comparación con el 48% de las personas sin artritis. Un 20% de los pacientes recibió terapia para la ansiedad, sin importar si tenían artritis o no.
Sin embargo, los pacientes con artritis y ansiedad eran más propensos a ser hospitalizados debido a su trastorno del estado de ánimo en comparación con aquellos sin artritis. Los investigadores señalan que, aunque los efectos físicos de la artritis son bien conocidos, el impacto de la enfermedad en la salud mental ha recibido menos atención. Además, la inflamación asociada con la artritis afecta no solo a los órganos importantes del cuerpo, sino también al cerebro, lo que puede agravar los trastornos psiquiátricos.
De Vera concluyó que existe una brecha importante en el tratamiento adecuado de los trastornos del estado de ánimo en pacientes con artritis, una brecha que debe ser abordada dada la compleja relación entre la artritis y los trastornos psiquiátricos, en la que la inflamación juega un papel clave.