El ácido fólico, o vitamina B9, es un nutriente esencial para el cuerpo, aunque a menudo pasa desapercibido. Su importancia es vital, especialmente para mujeres embarazadas, adultos mayores y cualquier persona que desee mantener su bienestar físico y mental.
Este nutriente desempeña funciones clave como apoyar la formación del ADN y fortalecer el sistema inmunológico. Aunque se puede obtener de una dieta equilibrada, en muchos casos su suplementación se vuelve necesaria.
El ácido fólico es la versión sintética del folato, una vitamina del complejo B que el cuerpo necesita para producir glóbulos rojos, regenerar tejidos y asegurar un desarrollo celular saludable. Se encuentra en alimentos como espinacas, lentejas, espárragos y cítricos, pero también se agrega a productos como cereales y panes para asegurar un consumo adecuado.
Durante el embarazo, especialmente en los primeros meses, el ácido fólico es fundamental. Su ingesta adecuada puede prevenir hasta un 70% de defectos del tubo neural en los bebés, como la espina bífida o la anencefalia.
Aunque la vitamina B9 es conocida por su relevancia en el embarazo, su deficiencia puede afectar a cualquier persona. Esto puede provocar problemas como anemia megaloblástica, debilidad del sistema inmunológico y otros trastornos. Los médicos recomiendan suplementarla en diversas situaciones, como durante la planificación familiar, enfermedades digestivas que afectan la absorción de nutrientes, consumo excesivo de alcohol o el uso de ciertos medicamentos. También es crucial para adultos mayores, pues desempeña un papel importante en la salud cardiovascular y la función cognitiva.
Una deficiencia prolongada de ácido fólico puede derivar en complicaciones graves, desde fatiga y palpitaciones hasta problemas durante el embarazo y mayor vulnerabilidad a infecciones. Sin embargo, muchas veces los síntomas son sutiles y se confunden con otras condiciones, por lo que es importante combinar una dieta rica en folato con la suplementación cuando sea necesario.
Alimentos ricos en folato incluyen espinacas, acelgas, brócoli, espárragos, lentejas, garbanzos, naranjas, mandarinas y productos fortificados, como cereales integrales. Algunos países ya fortifican alimentos básicos como panes y pastas con ácido fólico, lo que ha contribuido a la reducción de defectos congénitos.
Sin embargo, aunque el ácido fólico es fundamental, tomarlo en exceso puede ser perjudicial. Dosis elevadas pueden enmascarar una deficiencia de vitamina B12, lo que puede provocar serias complicaciones neurológicas. Por eso, cualquier suplementación debe ser supervisada por un profesional de la salud para evitar riesgos y garantizar una prevención responsable.