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Una amplia revisión encuentra pruebas limitadas sobre muchos usos del cannabis

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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La marihuana medicinal suele percibirse como una alternativa más natural y segura para aliviar el dolor, la ansiedad o los trastornos del sueño. Sin embargo, una revisión amplia y reciente sugiere que, para muchos de estos usos, el respaldo científico es limitado o inexistente.

Además, el análisis advierte que una proporción considerable de quienes utilizan cannabis con fines médicos —alrededor del 30%— podría desarrollar dependencia.

La revisión, publicada en JAMA, evaluó 15 años de investigaciones y concluyó que hay poca evidencia sólida que respalde la eficacia del cannabis para la mayoría de las afecciones por las que comúnmente se consume.

“La evidencia actual no apoya el uso de cannabis ni de cannabinoides para la mayoría de las indicaciones para las que se emplean”, afirmó el autor principal, el Dr. Michael Hsu, psiquiatra especializado en adicciones de la UCLA, en declaraciones a The New York Times.

Los investigadores revisaron más de 2,500 ensayos clínicos, guías médicas y encuestas, principalmente de Estados Unidos y Canadá.

Aunque el cannabis medicinal es legal en 40 estados y ha impulsado una industria valuada en unos 32 mil millones de dólares, la mayoría de los productos que se venden en dispensarios no cuentan con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA).

Solo unos pocos cannabinoides de prescripción médica, como Marinol, Syndros y Cesamet, están autorizados y han demostrado beneficios claros, principalmente para las náuseas asociadas a la quimioterapia, la pérdida de apetito en enfermedades graves y ciertos trastornos convulsivos.

Para la mayoría de las demás condiciones, la evidencia es mucho menos convincente.

El dolor es el motivo más frecuente para el uso de cannabis medicinal, pero los autores no encontraron pruebas firmes de que sea útil en el dolor agudo. Incluso las guías de 2024 sobre dolor relacionado con el cáncer concluyeron que no hay evidencia suficiente para recomendarlo.

En el caso del dolor crónico no relacionado con cáncer, algunos estudios mostraron un alivio leve con productos ricos en THC, aunque sin mejoras funcionales. Por ello, los expertos desaconsejan el cannabis como tratamiento de primera línea.

También se advirtió que fumar o inhalar cannabis implica riesgos adicionales, como bronquitis crónica y exposición a sustancias químicas nocivas.

El sueño es otra de las razones más comunes para su consumo, pero los ensayos clínicos arrojaron resultados débiles o poco concluyentes. Algunas personas reportan empeoramiento del sueño al suspender el cannabis, lo que los especialistas interpretan como síntomas de abstinencia más que como un beneficio real.

“Si dejaran de usar cannabis durante un mes, es posible que notaran una mejoría en el sueño”, señaló Ryan Vandrey, profesor de la Universidad Johns Hopkins. Sin embargo, explicó que muchas personas no logran llegar a ese punto porque, tras pocos días sin dormir bien, concluyen que necesitan seguir consumiéndolo.

En cuanto a la ansiedad, los resultados fueron inconsistentes. Un estudio con 80 veteranos con trastorno de estrés postraumático no encontró diferencias entre cannabis y placebo. En contraste, productos orales de CBD mostraron cierto beneficio en un estudio de 2024 con 316 pacientes, aunque los expertos alertaron que el cannabis puede empeorar trastornos mentales, como psicosis e ideación suicida.

Una de las principales preocupaciones que motivó la revisión fue el aumento de los trastornos por consumo de cannabis. Un análisis de 2024 indicó que el 29% de los usuarios medicinales presentaban síntomas de este trastorno, y otro estudio reciente elevó la cifra al 34%, con tasas más altas entre quienes lo usan con fines médicos.

“Hay usos legítimos para algunos de estos compuestos”, explicó el Dr. Kevin Hill, director de Psiquiatría de Adicciones en el Beth Israel Deaconess Medical Center. “Pero también hay personas que dicen usarlo con fines médicos cuando en realidad están justificando un consumo recreativo”.

Los especialistas también señalaron que los productos actuales son mucho más potentes que en el pasado, lo que incrementa el riesgo de dependencia.

A diferencia de los medicamentos de prescripción, el cannabis vendido en dispensarios está regulado a nivel estatal y no federal. Los criterios de control de calidad, pruebas y etiquetado varían ampliamente, y su cumplimiento no siempre es estricto.

Por ello, algunos productos pueden contener contaminantes como moho, pesticidas o metales pesados.

Incluso los consumidores cuidadosos pueden no recibir lo que esperan, advirtió Hsu, ya que el contenido real del producto no siempre coincide con lo que se anuncia.

Finalmente, los autores instaron a los médicos a indagar con mayor profundidad sobre el consumo de cannabis en sus pacientes, vigilar posibles interacciones con otros fármacos y promover estudios clínicos más rigurosos que permitan determinar con claridad en qué casos el cannabis ofrece beneficios reales.

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