Un equipo de investigadores en ciencias del comportamiento examinó los hábitos de consumo de más de 5.000 niños de entre 0 y 3 años en Latinoamérica, Norteamérica y Europa.
Los hallazgos del estudio revelaron que los menores con mayor tiempo de exposición a pantallas desarrollan un vocabulario más reducido y alcanzan los hitos del desarrollo con mayor lentitud.
Lucas Gago Galvagno, Doctor en Psicología y Magister en Psicología Cognitiva, señaló en una entrevista radial que el uso excesivo de pantallas puede retrasar la adquisición del lenguaje y generar efectos a largo plazo.
Asimismo, el estudio analizó la exposición a pantallas en 19 países de Latinoamérica y determinó que en todos los casos se supera el límite recomendado por la Sociedad Internacional de Pediatría, que establece un máximo de una hora diaria.
¿Por qué el uso de pantallas puede ser perjudicial?
Los especialistas destacan que el problema no radica únicamente en la cantidad de tiempo frente a las pantallas, sino en la forma en que se emplean.
- Consumo pasivo: La interacción limitada que requieren las pantallas reduce la participación activa de los niños en su entorno.
- Menor comunicación con los adultos: La exposición a pantallas incluye situaciones como tener el televisor encendido de fondo, lo que disminuye las oportunidades de interacción verbal con los cuidadores.
- Impacto en la salud mental: Investigaciones en adolescentes han asociado un mayor uso de pantallas con un incremento en los niveles de ansiedad y depresión.
¿Cómo mitigar los efectos negativos del uso de pantallas?
Los expertos no recomiendan eliminar por completo el acceso a dispositivos electrónicos, sino regular su uso y prestar atención a la calidad del contenido.
- Acompañamiento activo: Es fundamental que los padres o cuidadores interactúen con los niños mientras consumen contenido en pantallas.
- Selección de material educativo: Organismos como la UNESCO y la OMS aconsejan optar por contenido diseñado para estimular el aprendizaje.
- Uso con un propósito didáctico: Si los adultos explican y construyen relatos en torno al contenido visualizado, las pantallas pueden convertirse en una herramienta educativa.
El estudio concluye que el problema no es únicamente la cantidad de tiempo que los niños pasan frente a las pantallas, sino la forma en que se utilizan. Un consumo moderado, supervisado y con un enfoque educativo puede minimizar los efectos negativos e incluso potenciar el aprendizaje.