La tuberculosis (TB), una de las enfermedades infecciosas más antiguas y mortales, sigue siendo un reto global, especialmente en los países con alta prevalencia de la enfermedad. Un aspecto que ha empezado a recibir más atención es la tuberculosis asintomática, anteriormente conocida como tuberculosis subclínica.
A lo largo de los años, la comunidad médica ha debatido sobre los términos que deben emplearse para describir las formas menos evidentes de la enfermedad.
Con el fin de estandarizar los criterios, un proceso Delphi liderado por el Consenso Internacional para la Tuberculosis Temprana ha propuesto adoptar el término "tuberculosis asintomática", una recomendación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) planea implementar en 2024. Este cambio tiene como objetivo unificar la forma en que se describen los fenotipos menos evidentes de la TB, lo que podría facilitar futuras investigaciones y estrategias de intervención, según un artículo publicado en The Lancet.
La tuberculosis asintomática representa entre el 50% y el 60% de los casos prevalentes en regiones endémicas, pero muchas de estas infecciones no son detectadas debido a la dependencia de la detección pasiva, que requiere que los pacientes busquen atención médica de manera activa.
En 2022, se estimó que 3,1 millones de personas con TB en todo el mundo no fueron diagnosticadas, lo que subraya la necesidad de enfoques más proactivos. La búsqueda activa de casos (ACF, por sus siglas en inglés) se perfila como una estrategia clave para abordar esta carga oculta.
Este enfoque implica identificar a personas con tuberculosis asintomática en sus comunidades antes de que desarrollen síntomas o puedan transmitir la enfermedad. Sin embargo, su implementación masiva enfrenta varios desafíos, incluido la falta de financiamiento.