Qué le pasa a tu cuerpo si trabajas demasiadas horas a la semana

El exceso de horas laborales está teniendo un impacto negativo a nivel mundial. Un informe conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que trabajar más de 55 horas a la semana fue responsable de 745,000 muertes debido a enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares en 2016, lo que representó un aumento del 29% en comparación con el año 2000.
Alexis Descatha, investigador del Hospital y Universidad de Angers-Inserm en Francia, señala que "el exceso de trabajo es la principal enfermedad profesional del mundo". Incluso la tradicional semana laboral de 40 horas, considerada equilibrada, podría no ser tan saludable como se pensaba.
Las secuelas de las jornadas extenuantes
El estrés relacionado con el exceso de trabajo puede provocar niveles elevados de cortisol, alteraciones en el sistema inmunológico y trastornos crónicos como hipertensión, ansiedad y enfermedades cardiovasculares. A largo plazo, esto puede llevar a infartos, derrames cerebrales y problemas de sueño.
Además, el tiempo excesivo dedicado al trabajo reduce las oportunidades para actividades saludables como dormir, hacer ejercicio o pasar tiempo con la familia. Los estudios indican que el impacto negativo del exceso de trabajo suele notarse después de una década, especialmente en personas mayores de 60 años que trabajaron largas horas en su juventud.
El dilema de las semanas laborales extendidas
Mientras que países como Islandia y Dinamarca están liderando la transición hacia semanas laborales más cortas, otros como Grecia permiten jornadas de hasta seis días a la semana. Esto reabre el debate sobre los límites laborales y cómo equilibrar productividad y bienestar.
Grace Sembajwe, investigadora de la Universidad de Indiana, advierte que incluso trabajar 40 horas semanales puede tener efectos negativos. Reducir la jornada laboral mejora el sueño, la calidad de vida y reduce el estrés.
Sedentarismo: un factor agravante
La inactividad física es otro factor perjudicial en el entorno laboral. Los empleados de oficina pasan entre 8 y 10 horas sentados al día, lo que incrementa el riesgo de diabetes tipo 2, hipertensión y dolor lumbar. Según Aidan Buffey, investigador de la Universidad de Limerick, períodos prolongados de sedentarismo superiores a 11 horas al día están relacionados con mayores tasas de enfermedades crónicas.
Realizar pausas activas y practicar entre 150 y 300 minutos de ejercicio semanal puede ayudar a reducir estos riesgos. Los escritorios de pie y las caminatas breves también son útiles para contrarrestar los efectos del sedentarismo.
Flexibilidad laboral: una posible solución
La autonomía en el trabajo tiene un impacto positivo en la salud mental. Los estudios indican que los empleados con horarios flexibles reportan menos ansiedad y depresión que aquellos con menos control sobre su tiempo. Pearl McElfish, investigadora de la Universidad de Arkansas, concluye que la flexibilidad puede marcar una gran diferencia, incluso en ambientes laborales de alta exigencia.
Con las iniciativas globales para reducir la jornada laboral y fomentar el bienestar, es evidente que trabajar para vivir, en lugar de vivir para trabajar, es una meta alcanzable y necesaria para todos.
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