La hipertensión arterial, o presión alta, es una de las enfermedades más prevalentes que afecta las arterias y constituye un grave riesgo para la salud cardiovascular.
En México, más de 30 millones de personas padecen esta condición, lo que representa aproximadamente una de cada cuatro personas, según la Secretaría de Salud. Lamentablemente, el 46% de los afectados no sabe que tiene hipertensión, lo que dificulta su tratamiento y control.
La hipertensión se produce cuando la fuerza de la sangre contra las paredes de las arterias se mantiene elevada de forma constante, lo que obliga al corazón a trabajar más para bombear sangre. Esto puede originar complicaciones serias como infartos, accidentes cerebrovasculares y enfermedades renales. Según la Clínica Mayo, una lectura de presión arterial de 130/80 mm Hg o superior es indicativa de hipertensión.
Aunque muchas personas no presentan síntomas específicos, en casos graves pueden aparecer señales como dolores de cabeza, dificultad para respirar y hemorragias nasales.
La dieta: clave para controlar la hipertensión
El tratamiento de la hipertensión no solo incluye medicamentos, sino también cambios en el estilo de vida, especialmente en la alimentación. La dieta DASH ("Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión") es una de las más recomendadas por los especialistas. Esta dieta fomenta la reducción del consumo de sodio, limitándolo a 2300 mg diarios o incluso 1500 mg para obtener resultados más efectivos.
Alimentos a evitar si tienes hipertensión:
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Sal: El exceso de sodio es uno de los principales culpables del aumento de la presión arterial.
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Carnes rojas: Su elevado contenido en grasas saturadas puede afectar la salud cardiovascular.
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Dulces y bebidas azucaradas: Aumentan el riesgo de obesidad, lo que agrava la hipertensión.
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Bebidas alcohólicas: El consumo excesivo puede elevar significativamente la presión arterial.
Alimentos recomendados para una dieta saludable:
La dieta DASH incluye alimentos ricos en nutrientes esenciales y bajos en sodio, tales como:
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Verduras y frutas: Fuentes de potasio, que ayudan a equilibrar los niveles de sodio.
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Productos lácteos bajos en grasa: Beneficiosos para la salud ósea sin añadir grasas saturadas.
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Granos enteros, legumbres, semillas y nueces: Aportan fibra y grasas saludables.
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Pescado, aves y carnes magras: Fuentes de proteína con bajo contenido de grasa.