La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que los esfuerzos globales para controlar la malaria están sufriendo un retroceso debido a los recortes presupuestales de Estados Unidos en los programas de prevención y tratamiento de la enfermedad.
Según la OMS, más del 37% del financiamiento global para combatir la malaria en la última década provino de Estados Unidos, y la interrupción de este apoyo ha tenido un impacto inmediato en los países más vulnerables.
En 2023, la malaria causó la muerte de aproximadamente 600,000 personas en todo el mundo, siendo el 95% de estas muertes en la Región de África de la OMS. Aunque la enfermedad es prevenible y tratable con acceso oportuno a diagnóstico y medicación, la falta de continuidad en los programas de atención está deshaciendo los avances logrados desde el año 2000, cuando se evitaron más de 2,000 millones de contagios y cerca de 13 millones de muertes.
La OMS recordó que interrupciones anteriores, como las provocadas por la pandemia de Covid-19, resultaron en un aumento considerable de los casos de malaria. Durante ese período, se registraron casi 14 millones de casos adicionales y más de 47,000 muertes debido a la falta de servicios de prevención y tratamiento.
Un informe reciente del Grupo Asesor sobre Políticas contra la Malaria (MPAG) señaló que más de 30 países endémicos de malaria han experimentado interrupciones graves o moderadas en los servicios de salud relacionados con la enfermedad. Más de la mitad de los 64 países afectados han enfrentado problemas operativos en los últimos meses. Las campañas de distribución de mosquiteros tratados con insecticidas, fundamentales para prevenir contagios en África, se han retrasado o están en riesgo de cancelación en más del 40% de los casos.
Estas iniciativas tenían como objetivo llegar a 425 millones de personas en 2025. Además, cerca del 30% de las campañas de quimioprevención de la malaria estacional, que estaban destinadas a proteger a 58 millones de niños, también han sido afectadas.
La OMS expresó su preocupación por el impacto de estas interrupciones en las poblaciones más expuestas, especialmente en áreas con alta transmisión. Advirtió que, si no se restauran de inmediato los fondos y servicios de atención, el aumento de casos y muertes podría empeorar significativamente en los próximos años.