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No siempre se manifiesta como tristeza: las señales invisibles del malestar emocional en la maternidad

ENFERMEDADES
Redacción El Tiempo
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Durante el embarazo, el posparto y la crianza, la salud mental de las madres enfrenta una especial vulnerabilidad. Sin embargo, muchos síntomas pasan desapercibidos o son minimizados tanto por el entorno familiar como por el propio sistema de salud.

“La tristeza no siempre es el síntoma principal”, señaló la psiquiatra perinatal Agustina Wainsztein, del Servicio de Psiquiatría de Adultos de Fleni.

Según explicó, muchas mujeres sufren en silencio porque ellas mismas, o quienes las rodean, creen que ese malestar es parte normal del proceso.

Irritabilidad, culpa e insomnio: señales invisibles del malestar materno

Durante el puerperio, el insomnio persistente, incluso cuando el bebé duerme, puede indicar un problema emocional. A diferencia de lo que se suele pensar, los síntomas más comunes no siempre son llanto o tristeza. Pueden presentarse como irritabilidad constante, agotamiento extremo, problemas para dormir o comer, pensamientos intrusivos relacionados con peligros para el bebé o una sensación de desconexión emocional con él.

“Hay mujeres que, aunque su hijo duerma, no logran descansar; se sienten constantemente al límite o piensan que no son buenas madres”, ejemplificó Wainsztein. Si estos síntomas persisten más de dos semanas, no deben ignorarse ni considerarse normales.

Factores desencadenantes: mucho más que hormonas

El malestar emocional puede comenzar en el embarazo, intensificarse tras el parto y durar años. Las causas no son solo hormonales; también influyen antecedentes personales o familiares de trastornos del estado de ánimo y situaciones sociales como partos traumáticos, falta de apoyo, violencia, desempleo o conflictos de pareja.

Con el tiempo, se suman el cansancio físico, la sobrecarga de tareas y la presión por cumplir con múltiples expectativas. “La carga mental es constante, aunque no siempre visible”, advirtió la especialista.

La culpa, una emoción omnipresente

Desde lo psicológico y lo cultural, la psicóloga perinatal María Agustina Capurro destacó la culpa como una emoción recurrente. “Se activa casi de forma automática por mandatos sociales muy arraigados”, dijo. Muchas mujeres no se sienten con derecho a decir “no puedo más” sin pensar que eso las convierte en malas madres.

El psicólogo y sexólogo Mauricio Strugo, especializado en parejas y posparto, agregó que muchas mujeres sienten culpa cuando actúan según sus propios deseos en lugar de cumplir con lo que la sociedad espera de ellas. “Si viven la maternidad en automático solo para evitar la culpa, pueden terminar resentidas con sus parejas o incluso con sus hijos”, afirmó.

Si no se pregunta, no se detecta

Uno de los principales obstáculos para diagnosticar problemas de salud mental en madres es la falta de formación de los profesionales en salud mental perinatal. Preguntar simplemente “¿estás bien?” o asumir que un hijo trae felicidad puede llevar a que muchas mujeres oculten su sufrimiento. Frases como “te ves bien” o “seguro estás feliz” refuerzan este silencio. Por eso, es clave realizar entrevistas clínicas cuidadosas y utilizar herramientas diagnósticas adecuadas, en un entorno donde se sientan libres de hablar sin miedo a ser juzgadas.

Barreras para pedir ayuda: miedo, estigma y postergación

Muchas mujeres no buscan atención por temor a ser vistas como “malas madres”. Algunas ni siquiera identifican sus síntomas, otras se ponen en segundo plano para priorizar a su familia, o piensan que solo recibirán medicación. Además, muchas carecen de tiempo, recursos o acceso a profesionales. “Todavía pesa la idea de que una madre que se siente mal es una madre fallida”, destacó Wainsztein.

El rol del entorno: apoyo real frente a mandatos dañinos

La familia y las personas cercanas pueden ser clave para detectar señales de alarma como el aislamiento, los comentarios negativos sobre sí mismas o la desconexión con el bebé. Pero lo más importante es brindar apoyo real, sin juzgar. “No sirve decir ‘todo pasa’ o ‘sos afortunada’; hay que acompañar desde la empatía”, indicó Wainsztein.

Capurro coincidió y señaló que frases como “disfrutalo, que pasa rápido” son dañinas para quienes están agotadas. La imagen idealizada de la maternidad muchas veces choca con la experiencia real, generando aún más angustia.

Una maternidad posible, sin máscaras

Para cuidar la salud mental materna, los especialistas coinciden en la necesidad de brindar información, acompañamiento, corresponsabilidad en la pareja, espacios para el autocuidado y redes de apoyo.

“La clave es que no críen solas, que no se sacrifiquen por completo. Necesitan reconectarse con su identidad más allá de la maternidad”, sintetizó Strugo.

Capurro reforzó que la crianza no debe recaer exclusivamente en la madre. “Cuando hay pareja, debe haber corresponsabilidad. Y con redes de apoyo, todo se vuelve más sostenible”.

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