Cada año, en España se registran más de 30.000 paros cardiorrespiratorios fuera del ámbito hospitalario, lo que equivale a uno cada 20 minutos. La principal causa de estos eventos es el infarto agudo de miocardio (IAM). Aunque infarto y paro cardíaco no son términos equivalentes, ambos están estrechamente relacionados.
¿Qué es un infarto?
Un infarto ocurre cuando las células mueren debido a la interrupción del flujo sanguíneo. Puede afectar diferentes órganos, pero uno de los más conocidos es el infarto de miocardio, que se produce en el corazón.
Este órgano cuenta con arterias principales, conocidas como coronarias, que suministran sangre y oxígeno. La arteria coronaria izquierda se subdivide en la arteria descendente anterior y la circunfleja. Cuando una de estas arterias se bloquea, por ejemplo, debido a un trombo, la zona afectada deja de recibir sangre, lo que genera una isquemia. La falta de oxígeno provoca dolor y, si la obstrucción persiste, puede derivar en una lesión del tejido cardíaco y la muerte celular (necrosis).
El tiempo es un factor clave: cuanto más tarde se reciba asistencia, mayores serán las secuelas, pudiendo derivar en un paro cardíaco y el fallecimiento del paciente. Por ello, ante la sospecha de un infarto, es fundamental contactar de inmediato con los servicios de emergencia.
Síntomas del infarto
El infarto suele manifestarse con un dolor intenso en el centro del pecho, detrás del esternón, con una sensación opresiva similar a una fuerte presión. Este dolor, conocido como angina de pecho, puede irradiarse a otras zonas como el brazo izquierdo, el cuello, la mandíbula, la espalda o la parte superior del abdomen.
Además del dolor, pueden aparecer otros síntomas como náuseas, vómitos, sudoración y palidez. En algunos casos, especialmente en mujeres y personas con diabetes, los síntomas pueden ser menos evidentes o distintos, lo que dificulta su reconocimiento.
¿Siempre que hay dolor en el pecho es un infarto?
No necesariamente. Existen diversas causas de dolor torácico, algunas graves y otras benignas, que pueden confundirse con un infarto. Entre ellas:
- Dolor pleurítico: Relacionado con el sistema respiratorio, suele presentarse como un pinchazo que se intensifica al respirar o moverse.
- Dolor muscular: Puede deberse a la inflamación de músculos cercanos al esternón, generalmente asociado a ejercicio físico reciente.
- Estrés y ansiedad: Pueden generar síntomas similares a los de un infarto, incluyendo opresión en el pecho y malestar en la zona abdominal.
- Problemas digestivos: El reflujo gástrico, por ejemplo, puede causar un dolor parecido al coronario, sobre todo después de comer.
Ante cualquier duda, es crucial buscar atención médica para descartar un evento cardíaco.
Información clave para los servicios de emergencia
Al llegar los servicios médicos, será necesario proporcionar información relevante sobre lo sucedido. Algunas preguntas habituales incluyen:
- ¿Cuándo comenzó el dolor y qué estaba haciendo en ese momento?
- ¿Ha experimentado un episodio similar anteriormente?
- ¿Cómo es el dolor? (opresivo, punzante, ardor, etc.)
- ¿Empeora con la respiración o el movimiento?
- ¿Tiene alguna enfermedad preexistente o toma medicación?
- ¿Es alérgico a algún fármaco?
Si durante la espera la persona pierde el conocimiento y deja de respirar, se deben iniciar maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) y llamar nuevamente al 061/112.
¿Qué hacer mientras llega la ayuda?
Para reducir el esfuerzo del corazón, se recomienda que la persona permanezca sentada o recostada y evite cualquier actividad física. Además, es importante que no esté sola.
Tratamiento del infarto
El diagnóstico del infarto es confirmado por los médicos y el tratamiento dependerá de la gravedad del caso. Las principales opciones son:
- Cateterismo cardíaco: Se introduce un catéter por la muñeca o la ingle hasta la arteria obstruida para eliminar el trombo.
- Tratamiento farmacológico: Se administran medicamentos intravenosos para disolver el coágulo y restablecer el flujo sanguíneo.
Tras el tratamiento, el paciente permanecerá hospitalizado para su recuperación.
El reconocimiento temprano de los síntomas y la rápida actuación pueden marcar la diferencia en la supervivencia y recuperación de un infarto. Ante cualquier sospecha, lo mejor es buscar atención médica sin demora.