Más allá de la barriga cervecera: el papel oculto de la grasa intermuscular en la salud
![ENFERMEDADES ENFERMEDADES](https://eltiempomx.com/cdn-cgi/image/format=webp,width=412/monclova/2025/02/67a913356adf8.jpg)
Cuando pensamos en grasa corporal, a menudo se nos viene a la mente la grasa abdominal, que suele ser el centro de atención cuando se habla de riesgos cardiovasculares. Sin embargo, al igual que en un partido de fútbol, aunque el delantero se lleve todos los reflectores, el verdadero control del juego puede depender de un mediocampista que pasa desapercibido.
En el caso de la distribución de la grasa, ese mediocampista es el tejido adiposo intermuscular (IMAT), un componente discreto pero fundamental para nuestra salud metabólica y cardiovascular. Estudios recientes lo identifican como un factor clave en la inflamación sistémica y la resistencia a la insulina, y señalan su relevancia en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
El IMAT no es solo una grasa cualquiera: su acumulación está estrechamente relacionada con el envejecimiento, la falta de actividad física y trastornos metabólicos como la obesidad.
Situado entre las fibras musculares, lo que hace especial al IMAT es que, a diferencia de la grasa subcutánea, actúa como un "órgano endocrino", liberando mediadores inflamatorios capaces de alterar tanto el entorno metabólico local como el sistema entero. Además, al infiltrarse en el tejido muscular, reduce su calidad y fuerza, lo que aumenta el riesgo de caídas y lesiones, especialmente en personas mayores.
Aparte de sus efectos estructurales, el IMAT contribuye a un estado inflamatorio crónico, lo cual tiene consecuencias directas para la salud cardiovascular. Una investigación ha mostrado que esta grasa está asociada con niveles elevados de citoquinas inflamatorias, como la interleucina-6 (IL-6) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), moléculas involucradas en el desarrollo de la aterosclerosis. Este estado inflamatorio alimenta procesos patológicos que elevan el riesgo de infartos y otras enfermedades cardiovasculares.
Lo preocupante del IMAT es que sus efectos son menos visibles y, por lo tanto, más difíciles de detectar y tratar.
Incluso en personas con un índice de masa corporal (IMC) dentro de los rangos normales, altos niveles de IMAT pueden duplicar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Este hallazgo desafía la idea tradicional de que solo la obesidad visible es peligrosa, subrayando la necesidad de indicadores más precisos que consideren factores internos como la grasa intermuscular.
Además, un estudio lo ha vinculado con la resistencia a la insulina, un precursor importante de la diabetes tipo 2, ya que el IMAT interfiere con la señalización insulínica y dificulta el uso de glucosa, empeorando la hiperglucemia.
Su acumulación tiende a acelerarse a partir de los 40 años, aunque también se observa en personas más jóvenes con estilos de vida sedentarios o condiciones metabólicas preexistentes. Esto resalta la importancia de abordar el problema de forma preventiva y sistemática, ya que los efectos adversos son acumulativos y afectan tanto la salud muscular como la cardiovascular.
Para prevenirlo, el ejercicio físico es una de las herramientas más efectivas: moverse, especialmente con entrenamiento de fuerza y actividad aeróbica, ayuda a reducir significativamente el IMAT y mejora la calidad muscular. La combinación de estos dos tipos de entrenamiento no solo reduce el IMAT, sino que también mejora la funcionalidad muscular. ¿La receta? Al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana, incluyendo pesas si es posible.
En cualquier caso, lo esencial es evitar el sedentarismo, principal aliado del IMAT. Algunos estudios destacan que pequeños cambios, como levantarse cada hora del asiento o dar un paseo después de comer, pueden mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la inflamación sistémica. El movimiento, aunque mínimo, es una forma de combatir la grasa intermuscular.
La alimentación también juega un papel importante. Una dieta rica en frutas, verduras, grasas saludables como el aceite de oliva y proteínas magras no solo combate la inflamación, sino que también reduce los marcadores asociados con el IMAT. La dieta mediterránea es la mejor opción en este ámbito, mostrando una reducción significativa de marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva y la IL-6.
El IMAT, ese enemigo silencioso, puede ser detectado mediante chequeos médicos, los cuales actúan como un foco que lo expone. Evaluar regularmente indicadores como la glucosa, la insulina y el perfil lipídico puede ayudar a identificar problemas antes de que se conviertan en graves. Un análisis de sangre anual puede ser el primer paso para adelantarse al IMAT antes de que afecte nuestra salud.
Finalmente, dado que cada cuerpo es diferente, las estrategias deben ser personalizadas. En individuos con obesidad sarcopénica o trastornos metabólicos, trabajar con profesionales de la salud para crear un plan de ejercicio y nutrición específico es clave. Algunos expertos sugieren enfoques multidisciplinarios que aborden tanto el estado físico como los factores metabólicos.
En resumen, el IMAT, ese mediocampista oculto, tiene un impacto decisivo en nuestra salud. Su acumulación afecta negativamente el metabolismo, la función muscular y el riesgo cardiovascular, convirtiéndolo en un jugador que no podemos ignorar. La buena noticia es que, con las estrategias adecuadas, como el ejercicio regular, una dieta equilibrada, movimiento constante y atención médica preventiva, podemos derrotarlo.
ENFERMEDADES: ¿Cómo saber si ese dolor abdominal es un cólico renal (cólico nefrítico) o un retortijón?
El cólico renal es uno de los dolores más intensos que una persona puede experimentar. Se origina cuando una piedra en el riñón bloquea el flujo de orina en el tracto urinario, lo que provoca espasmos agudos en los uréteres y un malestar insoportable. El dolor es tan fuerte que, -- leer más
Noticias del tema