En los últimos años, muchas personas han experimentado un aumento en estornudos, irritación ocular y dificultades respiratorias. Este fenómeno no es coincidencia, ya que las alergias están en ascenso, y su relación con el cambio climático es cada vez más evidente.
Las altas temperaturas, las tormentas de polvo y los incendios forestales están alterando nuestra atmósfera. Estos factores incrementan las partículas en el aire, como el polen, que es uno de los principales causantes de las alergias.
Además, el cambio climático tiene un impacto directo en la fenología, es decir, en los ciclos naturales de las plantas, lo que prolonga las temporadas de alergias y agrava los síntomas en muchas personas.
Por ejemplo, entre 1995 y 2011, en Estados Unidos, el aumento de las temperaturas extendió la temporada de polen entre 11 y 27 días. Este polen no solo es más abundante, sino también más potente, intensificando los efectos de las alergias estacionales.
En España, las redes de monitoreo de polen han estado recopilando datos durante más de 30 años, revelando cambios en las concentraciones y los periodos de emisión del polen. Las plantas herbáceas, como las gramíneas, ahora emiten su polen en un período más corto, lo que incrementa su intensidad. Además, especies como el plátano de sombra (Platanus sp.) están aumentando la cantidad de polen debido a las temperaturas más altas y a más horas de sol en el sur del país.
Las alergias, que afectan entre el 10 % y el 40 % de la población mundial, junto con el asma alérgico que impacta al 8 %, son un problema de salud global. Otros trastornos relacionados, como la dermatitis atópica y las alergias alimentarias, también están en aumento, representando un desafío para los sistemas de salud y el bienestar general.
El cambio climático no solo está alterando el medio ambiente, sino también nuestra salud. Aunque las alergias podrían parecer un problema menor frente a otros desafíos globales, su aumento es una señal clara de cómo el cambio climático influye en nuestras vidas cotidianas. Las proyecciones sugieren que las alergias podrían volverse más frecuentes e intensas en el futuro.