En los últimos años, el mercado farmacéutico ha experimentado una revolución en el tratamiento de la obesidad. Lo que comenzó con el éxito global de Ozempic, inicialmente destinado para la diabetes tipo 2, ha dado paso a una nueva generación de medicamentos diseñados para cambiar el manejo del peso corporal, aunque también traen consigo desafíos éticos, médicos y sociales.
El éxito de Ozempic, Wegovy y Rybelsus, todos basados en la semaglutida, impulsó a la industria a innovar aún más. La farmacéutica Lilly respondió con tirzepatida, un compuesto que actúa sobre dos frentes: los receptores GLP-1 y GIP. El resultado es una mayor eficacia, con una reducción del 22 % del peso corporal, frente al 16 % logrado por la semaglutida.
Ambos tratamientos comparten efectos secundarios, principalmente gastrointestinales, que generalmente son temporales. Aunque están aprobados por entidades como la FDA y la EMA, su acceso sigue siendo limitado en muchos países europeos. En España, por ejemplo, la tirzepatida aún no está financiada públicamente y su precio varía entre 270 y 350 euros.
La verdadera novedad proviene del campo de la inteligencia artificial. Investigadores de Stanford Medicine utilizaron algoritmos avanzados para descubrir el péptido BRP, una molécula natural que, en pruebas con ratones y cerdos enanos, ha demostrado reducir el apetito sin los efectos secundarios gastrointestinales asociados a los medicamentos actuales.
Aunque el BRP aún está en fase experimental, su potencial ya entusiasma a la comunidad científica. Su desarrollo podría cambiar radicalmente el enfoque farmacológico de la obesidad, considerada por la OMS una de las principales amenazas sanitarias del siglo XXI.
A pesar del entusiasmo, los expertos insisten en que ningún medicamento reemplaza un estilo de vida saludable. "Estas terapias deben formar parte de una estrategia integral que incluya una alimentación equilibrada, ejercicio regular y seguimiento médico continuo", advierten endocrinólogos y nutricionistas.
Además, recuerdan que tanto la semaglutida como la tirzepatida requieren receta médica y deben ser utilizadas bajo supervisión profesional. El mal uso o el consumo con fines estéticos puede generar efectos adversos y crear falsas expectativas sobre la pérdida de peso rápida.