Los niños tienen más probabilidades de mantener un peso saludable si sus padres adoptan un enfoque receptivo en su crianza desde la infancia, sugiere un estudio reciente publicado en JAMA Pediatrics.
Según los investigadores, los niños criados con este estilo de crianza mostraron un índice de masa corporal (IMC) promedio más bajo hasta la niñez media. El IMC es una medida que estima la grasa corporal en función de la altura y el peso.
"Al fomentar prácticas de crianza receptiva en los primeros años de vida, podemos establecer trayectorias de crecimiento saludables y reducir el riesgo de obesidad en la infancia", explicó Jennifer Savage Williams, directora del Centro de Investigación sobre la Obesidad Infantil de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Un impacto que disminuye con el tiempo
El estudio encontró que el impacto de la crianza receptiva en el peso infantil tendía a disminuir con la edad. Esto sugiere que los padres deben seguir adaptando sus estrategias a medida que los niños crecen para contrarrestar las influencias externas que promueven la obesidad.
"Nuestra intervención terminó cuando los niños tenían 2 años y se enfocó en la crianza temprana, sin abordar los factores de riesgo que surgen en la edad escolar", explicó el Dr. Ian Paul, investigador principal del estudio. "Si bien es alentador ver un impacto positivo temprano, no sorprende que los efectos desaparecieran a los 9 años, dado el entorno actual que favorece la obesidad."
¿Qué es la crianza receptiva?
Este enfoque implica que los padres se sintonizan con las necesidades emocionales y físicas de sus hijos, respondiendo de manera sensible a señales relacionadas con la alimentación, el sueño, el juego y la regulación emocional.
Los padres receptivos:
- Observan atentamente a sus hijos para interpretar sus necesidades.
- Responden con sensibilidad en lugar de reaccionar de manera automática.
- Fomentan un ambiente seguro y estructurado, estableciendo reglas justas pero flexibles.
Un estudio con resultados prometedores
El estudio incluyó a 232 madres e hijos en un ensayo clínico a largo plazo. La mitad de las madres recibieron lecciones sobre crianza receptiva a través de visitas domiciliarias de enfermeras durante los primeros dos años de vida de sus hijos. La otra mitad recibió información general sobre seguridad en el hogar.
Los hallazgos mostraron que los niños criados con una crianza receptiva tenían un IMC promedio más bajo entre los 3 y 9 años en comparación con el grupo de control.
Las niñas en particular parecieron beneficiarse más, con un IMC promedio de 16.3 frente a 17.3 en el grupo de control.
Sin embargo, para los 9 años, las diferencias en el IMC entre los dos grupos habían desaparecido.
Más allá de la dieta y el ejercicio
Los investigadores concluyeron que la prevención de la obesidad infantil no debe centrarse únicamente en la alimentación y el ejercicio, sino que la crianza receptiva podría jugar un papel clave en el desarrollo de hábitos saludables desde los primeros años.
Dado que la obesidad infantil sigue siendo un problema preocupante en EE. UU., con más del 22% de los niños de 6 a 19 años clasificados como obesos, esta estrategia podría contribuir a un futuro más saludable para la próxima generación.