La adolescencia, una etapa crítica para prevenir enfermedades cardiacas

La adolescencia es un periodo clave para prevenir enfermedades cardiovasculares. Elsa Fernández Rubio, del Hospital Universitario Cruces (Barakaldo), explica que este es un momento crucial en el que es posible influir en los hábitos de vida, promoviendo una alimentación saludable (libre de ultraprocesados) y ejercicio físico regular que se mantendrán durante la vida adulta, lo que ayudaría a frenar o incluso revertir los cambios observados en estudios previos.
El valor de este periodo se refleja en un reciente estudio publicado en Diabetes Care, que siguió a 1.595 adolescentes entre los 17 y los 24 años. Los resultados indicaron que aquellos con niveles persistentemente altos de glucosa en sangre (en el rango de prediabetes) y mayor resistencia a la insulina tenían un mayor riesgo de desarrollar daños en el corazón, como agrandamiento del ventrículo izquierdo y dificultades para el correcto funcionamiento cardíaco.
Este daño, afirma Fernández Rubio, «predispone a enfermedades cardíacas tempranas en la adultez». Además, estudios en adultos con diabetes tipo 2 muestran que quienes desarrollan la enfermedad en la juventud tienden a enfrentar complicaciones más graves y precoces si no reciben tratamiento adecuado.
Estudios previos en adultos han demostrado que la glucosa elevada y la resistencia a la insulina en la juventud son predictores importantes del riesgo de diabetes tipo 2 en la mediana edad. Además, se sabe que cuanto más joven se diagnostica la diabetes tipo 2, más graves y rápidas pueden ser sus complicaciones si no se tratan.
Lo novedoso del estudio actual, realizado en colaboración con diversas universidades y centros de investigación internacionales, es que fue el primero en examinar las consecuencias tempranas de la glucosa elevada y la resistencia a la insulina en el corazón. Esto fue posible gracias a la evaluación ecocardiográfica repetida en una amplia población joven relativamente sana.
Se midieron la glucosa e insulina en ayunas de los participantes a los 17 y 24 años, y se realizaron ecocardiografías para evaluar la estructura y función cardíacas en esas mismas edades. Se observó que dos tercios del efecto de la resistencia a la insulina sobre el agrandamiento del corazón se explicaban por el aumento de la grasa corporal total, lo que resalta la relación bidireccional entre la resistencia a la insulina y el aumento de la grasa corporal.
Fernández Rubio destaca que el exceso de tejido adiposo, especialmente visceral, disminuye la sensibilidad a la insulina, lo que eleva los niveles de glucosa y favorece la aparición de prediabetes y diabetes, lo cual aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares. También subraya que el estilo de vida y los hábitos alimentarios, especialmente tras la independencia de los adolescentes de su familia, son decisivos en la prevención de estos problemas de salud.
La investigadora de la Sociedad Española de Diabetes (SED) recomienda fomentar hábitos saludables desde la infancia, como una dieta equilibrada, actividad física regular, sueño adecuado y reducción del sedentarismo. Para ello, sugiere incorporar estos temas en los programas escolares de salud y educación física, y promover menús saludables en los colegios, limitando la disponibilidad de refrescos azucarados y alimentos ultraprocesados.
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