¿Ir al baño sin tener ganas puede hacer mal a la salud?

Desde pequeños, muchos aprendimos la costumbre de ir al baño antes de salir de casa o cuando había uno disponible, como una forma de evitar accidentes. Aunque esta práctica —conocida por los urólogos como "micción por conveniencia"— es común en personas de todas las edades, realizarla con demasiada frecuencia podría afectar negativamente la salud de la vejiga.
¿Qué sucede al orinar “por si acaso”?
Según especialistas como la Dra. Ariana Smith, uróloga de la Universidad de Pensilvania, hacerlo ocasionalmente no representa un problema. Pero convertirlo en un hábito frecuente puede alterar el sistema natural de comunicación entre la vejiga y el cerebro, lo que termina reduciendo la capacidad de la vejiga con el tiempo.
Cuando los riñones generan orina, esta se acumula en la vejiga hasta que sentimos la necesidad de eliminarla. Esa señal suele aparecer cuando hay entre 150 y 250 ml de orina, aunque la vejiga puede almacenar más: hasta 500 ml en mujeres y 700 ml en hombres. Si orinás antes de sentir esa necesidad, el cuerpo empieza a anticipar el impulso antes de tiempo, y eso puede hacerte sentir urgencia incluso cuando la vejiga no está llena.
Además, forzar la micción puede poner tensión sobre los músculos del suelo pélvico, que son esenciales para sostener la vejiga y otros órganos. Con el tiempo, esto puede debilitarlos y aumentar el riesgo de desarrollar vejiga hiperactiva, una condición que causa urgencias frecuentes e intensas por orinar.
¿Se puede dejar este hábito?
La buena noticia es que sí. Según expertos, la mente puede ayudar a reentrenar la vejiga. Técnicas como la respiración profunda, la distracción o frases afirmativas (“yo tengo el control”) pueden disminuir los impulsos repentinos. Estudios preliminares indican que la atención plena o mindfulness puede ser útil para regular estas sensaciones.
¿Qué más podés hacer?
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Fisioterapia del suelo pélvico: Un terapeuta especializado puede ayudarte a fortalecer los músculos que controlan la vejiga, enseñándote a contener los impulsos a través de ejercicios específicos.
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Revisar tu consumo de líquidos: Reducí bebidas que irritan la vejiga, como café, alcohol, cítricos o productos con edulcorantes artificiales. Esto puede ayudar a minimizar las urgencias y las pérdidas leves.
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Consultar al médico: En algunos casos, problemas de salud como diabetes o apnea del sueño pueden estar detrás de la frecuencia urinaria. También pueden evaluarse opciones de tratamiento médico o farmacológico si es necesario.
Conclusión
Orinar "por las dudas" no es un problema ocasional, pero convertirlo en hábito podría llevar a disfunciones como menor capacidad vesical o aumento de la urgencia urinaria. Sin embargo, la vejiga es un órgano adaptable y, con los cuidados adecuados, la mayoría de los efectos de este hábito pueden revertirse. Como dicen los especialistas: con paciencia y constancia, la mente puede volver a tener el control sobre la vejiga.
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