La endometriosis es una enfermedad crónica que afecta a más de 147 millones de mujeres en todo el mundo, lo que representa entre un 5 y un 10 % de la población femenina en edad reproductiva. Esta afección provoca diversos síntomas, siendo los más comunes el dolor pélvico (que experimentan entre el 50 y el 80 % de las mujeres con esta condición) y la infertilidad (alrededor de la mitad de las pacientes con problemas de fertilidad padecen algún grado de endometriosis).
Además de estos, la endometriosis puede generar otros síntomas como dolor durante la menstruación y las relaciones sexuales, alteraciones del ciclo menstrual y otros problemas que pueden desencadenar depresión, reducción de la actividad social y laboral, y otras secuelas. Por ello, se considera actualmente una emergencia de salud pública.
Preocupa especialmente el retraso en su diagnóstico, que puede tardar entre 4 y 11 años, y el hecho de que 6 de cada 10 mujeres con endometriosis aún no sean diagnosticadas. Esto se debe a varias razones:
- La falta de signos o síntomas específicos. El dolor pélvico puede estar relacionado con otras causas, y la menstruación dolorosa no siempre indica endometriosis.
- La ausencia de marcadores bioquímicos que permitan su detección con un solo análisis.
- La falta de mutaciones genéticas que predispongan claramente a la enfermedad.
- La limitada efectividad de métodos de imagen como ecografías o resonancias magnéticas, especialmente para algunas formas de endometriosis que son difíciles de visualizar.
El origen de la enfermedad parece estar relacionado con un reflujo sanguíneo retrógrado menstrual a través de las trompas de Falopio hacia la pelvis y el abdomen. Esto provoca que, debido a un defecto en el sistema inmune, el tejido endometrial se desplace fuera de su lugar y crezca anómala e inflamatoriamente.
Aunque la endometriosis puede ser tratada quirúrgicamente y aparentemente eliminada, la posibilidad de que se repita dentro de 5 años es del 50 %, debido a que la menstruación sigue siendo la causa subyacente. Por ello, el tratamiento suele combinar cirugía y medicamentos hasta llegar a la menopausia, ya que las hormonas ováricas (estrógenos y progesterona) alimentan las lesiones de la endometriosis y pueden agravarlas con el tiempo.
Detectar la enfermedad lo antes posible es clave. Aunque es difícil prevenirla debido a que se desconoce su historia natural, y aunque hay factores genéticos que predisponen a la enfermedad, no está claro el papel de la genómica en identificar a las personas en riesgo. Los esfuerzos actuales se centran en encontrar marcadores biológicos en sangre, orina o endometrio que faciliten el diagnóstico temprano.
El tratamiento sigue siendo quirúrgico y farmacológico, a menudo combinado. La cirugía ha avanzado con el uso de la laparoscopia y nuevos métodos para detectar las lesiones durante la intervención. Sin embargo, dado que la endometriosis puede reaparecer en el 25 % de los casos a los 2 años y en el 50 % a los 5, se combina con tratamiento farmacológico.
El tratamiento médico busca principalmente reducir el reflujo menstrual y eliminar la producción hormonal de los ovarios, lo que reduce la probabilidad de recidiva. Para ello, se utilizan píldoras anovulatorias, como combinaciones de estrógenos y gestágenos sintéticos, o fármacos que inhiben la función de la hipófisis y, indirectamente, la de los ovarios. También se recurre a medicamentos antiinflamatorios no esteroides para el dolor.
Dado que la inflamación y la formación de nuevos vasos sanguíneos son características de la endometriosis, se están desarrollando tratamientos alternativos que modulan el sistema inmunológico para reducir la inflamación, con resultados prometedores. Además, algunos tratamientos pueden evitar la ovulación sin afectar las posibilidades de concepción, lo que resulta atractivo para aquellas mujeres que desean ser madres.
En resumen, después de 200 años desde que la endometriosis fue identificada, aún no se ha resuelto completamente esta enfermedad común y potencialmente debilitante para las mujeres. Es necesario mejorar los métodos de diagnóstico precoz y los tratamientos farmacológicos, abordando no solo la función ovárica, sino también la modulación del sistema inmunológico, la inflamación y la formación de vasos sanguíneos en las lesiones.