Un estudio reciente revela que el daño cerebral causado por una conmoción puede persistir durante al menos un año, mucho después de que los atletas hayan vuelto a su deporte.
Los investigadores encontraron que los atletas universitarios que sufrieron conmociones cerebrales mostraron cambios en el cerebro que seguían siendo visibles en los escáneres cerebrales hasta un año después de ser autorizados a regresar al juego. Este estudio fue publicado el 12 de marzo en la revista Neurology.
El investigador principal, Nathan Churchill, postdoctorado en neurociencia del Hospital St. Michael en Toronto, destacó que la presencia de cambios cerebrales significativos y duraderos después de una conmoción refuerza las preocupaciones sobre las consecuencias de las conmociones repetidas y el posible efecto acumulativo a lo largo del tiempo.
Estudio y resultados
El estudio incluyó a 187 atletas universitarios, 25 de los cuales habían sufrido conmociones cerebrales durante la temporada regular de deportes como baloncesto, fútbol americano, hockey, lacrosse, rugby, fútbol y voleibol. Los atletas con conmociones fueron comparados con 27 atletas que no habían sufrido lesiones cerebrales, emparejados por factores como el sexo y el deporte.
Los atletas fueron sometidos a resonancias magnéticas (RM) antes de comenzar sus temporadas, así como cinco días, entre uno y tres meses, y un año después de haber regresado al juego. Los resultados mostraron que los atletas con conmociones cerebrales todavía presentaban signos de lesión cerebral en las RM tomadas cinco días después de la conmoción, justo cuando fueron autorizados a reanudar su actividad física.
Daño persistente y riesgos
Los investigadores descubrieron que los jugadores con conmociones cerebrales tenían un flujo sanguíneo significativamente reducido en la corteza frontoinsular del cerebro, una región que se encarga de funciones como el pensamiento, la memoria, las emociones y la conducta social. Este bajo flujo sanguíneo, aunque disminuyó con el tiempo, seguía siendo detectable hasta un año después de la conmoción.
Los resultados sugieren que los síntomas clínicos, que comúnmente se usan para determinar si un jugador está listo para regresar al juego, podrían no ser suficientes para garantizar una recuperación adecuada y proteger la salud cerebral de los atletas. Este hallazgo es especialmente importante, según un editorial complementario escrito por las investigadoras Aurore Thibaut y Géraldine Martens, del Hospital Universitario de Lieja en Bélgica. Las investigadoras alertaron que un regreso temprano al juego y una recuperación incompleta pueden tener consecuencias graves a corto y largo plazo, particularmente en los jóvenes.