Mantener una presión arterial estrictamente controlada, incluso durante un breve periodo, podría ofrecer beneficios prolongados para la salud cerebral en personas mayores, según un reciente ensayo clínico.
El estudio reveló que mantener la presión arterial sistólica alrededor de 120 durante tres años y medio disminuyó el riesgo de deterioro cognitivo leve o demencia. Este efecto positivo se mantuvo incluso después de interrumpir el tratamiento intensivo, según un informe publicado en Neurology. (La presión arterial sistólica, el número superior de una lectura, mide la presión en las arterias cuando el corazón bombea sangre).
"Nuestro trabajo demuestra que el control intensivo de la presión arterial es clave para prevenir el deterioro cognitivo, un factor importante de pérdida de independencia en los adultos mayores", afirmó el Dr. Jeff Williamson, profesor de gerontología y medicina geriátrica de la Universidad de Wake Forest, Carolina del Norte.
Williamson también destacó que reducir la presión arterial a niveles más bajos podría mejorar la calidad de vida y extender los años activos de las personas hipertensas.
Este estudio se suma a los hallazgos del ensayo histórico SPRINT (Ensayo de Intervención para la Presión Arterial Sistólica), que en 2015 mostró que el control intensivo de la presión arterial disminuía el riesgo de enfermedades cardíacas y mortalidad en un 30-40 % en personas con hipertensión.
SPRINT comparó a participantes cuya presión arterial se redujo a 120 sistólica frente a aquellos con un objetivo de 140. En 2019, se observó que este control intensivo también reducía significativamente el riesgo de deterioro cognitivo leve hasta por cinco años.
Los nuevos hallazgos, basados en un seguimiento de al menos siete años, refuerzan la evidencia de que los beneficios cerebrales de este tratamiento son duraderos.
En el análisis participaron más de 7,000 personas del ensayo original, quienes realizaron pruebas cognitivas para evaluar su función cerebral. Los resultados mostraron que quienes recibieron tratamiento intensivo tuvieron un 13 % menos de riesgo de deterioro cognitivo leve y un 11 % menos de riesgo de deterioro cognitivo leve o demencia, en comparación con quienes tenían un objetivo de presión arterial más alto.
"Durante casi siete años de seguimiento, confirmamos que la reducción significativa del deterioro cognitivo observada previamente persiste en el tiempo", explicaron los investigadores.
Aunque los participantes recibieron el tratamiento intensivo durante un promedio de 3.3 años y después no continuaron con este enfoque, los datos sugieren que incluso unos pocos años de intervención intensiva pueden proporcionar beneficios sostenidos para prevenir el deterioro cognitivo.
Finalmente, cabe recordar que las pautas actuales establecen la presión arterial normal en 120 o menos, la elevada entre 120 y 129, y la hipertensión en 130 o más. Estas recomendaciones se actualizaron en 2017, basándose en parte en los hallazgos iniciales de SPRINT.