Además de contribuir a la prevención de calambres, el magnesio es un mineral versátil con numerosos beneficios:
Regulación de la presión arterial: Los suplementos de magnesio pueden ser efectivos para disminuir la presión arterial, especialmente en personas con hipertensión y diabetes tipo 2. Un estudio que recomendó una ingesta de 300 mg diarios durante al menos 12 semanas mostró una reducción notable en los niveles de presión sistólica y diastólica.
Mejora de la calidad del sueño: Este mineral también afecta el sueño, ya que los niveles bajos de magnesio están asociados con insomnio y problemas para dormir. La suplementación con magnesio ha demostrado mejorar tanto la duración como la calidad del sueño, especialmente en adultos mayores.
Control del azúcar en sangre: El magnesio es fundamental en el metabolismo de la glucosa y la insulina, lo que lo convierte en un mineral clave para las personas con diabetes tipo 2. Una ingesta adecuada de magnesio podría ayudar a mejorar la resistencia a la insulina y a regular los niveles de azúcar en sangre.
Reducción del riesgo de enfermedades cardíacas: Los niveles bajos de magnesio se han vinculado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Mantener un consumo adecuado de este mineral puede contribuir a reducir factores de riesgo y a proteger la salud del corazón.
Prevención de migrañas: Las personas con deficiencia de magnesio pueden tener una mayor propensión a las migrañas. Suplementar con 400 a 600 mg diarios podría ayudar a disminuir la frecuencia de estos episodios.
El magnesio se encuentra naturalmente en diversos alimentos, incluyendo:
- Productos derivados de la soya
- Granos enteros
- Frutas como aguacate, albaricoque y plátano
- Lácteos
- Nueces y almendras
- Legumbres como frijoles y guisantes
- Verduras de hoja verde oscuro
El magnesio es un importante aliado para la salud, ya sea a través de una dieta equilibrada o mediante suplementos.
Es importante destacar que los suplementos de magnesio deben ser recomendados por un profesional de la salud, ya que un exceso de este mineral puede provocar efectos adversos como diarrea, náuseas y cólicos estomacales, e incluso complicaciones más graves como ritmo cardíaco irregular y paro cardíaco, según los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE. UU.