Desde su hallazgo en 1877, Fobos y su luna hermana, Deimos, han generado gran interés y debate. A diferencia de otros satélites naturales, presentan características peculiares que desafían las explicaciones tradicionales.
Una de las teorías más aceptadas sugiere que Fobos se originó en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter y que fue atrapado por la gravedad marciana. Sin embargo, su órbita casi circular y alineada con el ecuador de Marte contradice esta hipótesis. Otra posibilidad es que surgiera a partir de un impacto cósmico que dispersó escombros, los cuales luego se fusionaron. No obstante, su composición no coincide del todo con la de Marte.
Para expertos como Pascal Lee, del Instituto SETI, el origen de Fobos sigue siendo un misterio. Del mismo modo, Abigail Fraeman, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, considera que la naturaleza de este satélite es uno de los enigmas más intrigantes de la ciencia planetaria.
Una órbita inusual y un destino incierto
Con solo 27 kilómetros de diámetro, Fobos presenta un comportamiento orbital único: completa una vuelta alrededor de Marte en apenas 7,5 horas, lo que provoca que aparezca y desaparezca dos veces al día en el cielo marciano.
Su futuro también es notable. Fobos se está acercando gradualmente a Marte a un ritmo de casi dos centímetros por año. En aproximadamente 100 millones de años, colisionará con el planeta o se fragmentará, formando un anillo de escombros similar a los de Saturno.
Además, su baja densidad sugiere que no es un objeto sólido, sino un cúmulo de fragmentos porosos con cavidades internas. Esta particularidad dio pie a teorías inusuales, como la del astrofísico soviético Iosif Shklovskii, quien llegó a especular que Fobos podría ser un satélite artificial hueco. Aunque esta idea fue descartada, el satélite sigue siendo un enigma difícil de descifrar.
David Minton, de la Universidad Purdue, destaca la improbabilidad de presenciar su estado actual: «Si Fobos tiene 4.500 millones de años, al igual que el resto del sistema solar, es sorprendente que lo estemos observando justo en la última fase de su existencia».