Microplásticos y salud: urgente necesidad de regulación y conciencia en el Sector Salud

Los microplásticos, nanoplásticos y sustancias químicas derivadas del plástico pueden ingresar al cuerpo a través del aire, los alimentos o la piel.

Aunque persisten dudas sobre la cantidad de exposición segura a los microplásticos, aún no se conoce completamente ni la magnitud de esta exposición ni sus consecuencias para la salud, debido a la falta de pruebas directas suficientes en humanos. Sin embargo, los estudios en organismos modelo y organoides están proporcionando información relevante. La creciente dependencia del plástico está revelando un problema cada vez más evidente.

El Dr. Luis Francisco Sánchez Otero, especialista en toxicología y asesor regional de Seguridad Química de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), subrayó que no se trata de un exceso de precaución. "Ya tenemos evidencia de los impactos que causa el bisfenol A, la sustancia química más estudiada, pero también de otras. Cada día aprendemos más sobre los impactos del plástico", afirmó.

El experto de la OPS señaló que es necesario continuar reforzando la investigación en este campo, y destacó la importancia de conocer qué están haciendo las universidades de los países latinoamericanos en relación con el tema del plástico.

Estudios internacionales han reportado la presencia de estos materiales artificiales en el hígado, tracto gastrointestinal, tracto urinario, pulmones, torrente sanguíneo, sistema reproductivo y cerebro, y su vinculación con eventos cardiovasculares cuando se encuentran en las placas de las carótidas. Además, existe evidencia que relaciona los disruptores endocrinos con efectos adversos en la reproducción, el desarrollo, el metabolismo y la función cognitiva. Las asociaciones más consistentes son las que vinculan los bisfenoles con enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad. Incluso se ha calculado que los disruptores endocrinos contribuyen significativamente a la carga general de morbilidad.

El nonilfenol y el bisfenol A (BPA) fueron los primeros compuestos en identificarse como interferentes con el funcionamiento normal de los sistemas hormonales. Los estudios de biovigilancia humana han detectado la presencia de estas sustancias, como el bisfenol A y los ftalatos, en casi todos los individuos analizados, y en diversos tejidos y fluidos, incluyendo tejido placentario, leche materna, líquido amniótico, orina, sangre, sangre de cordón umbilical, esperma y saliva.