El chicle ha sido una de esas pequeñas indulgencias diarias que todos hemos disfrutado en algún momento, pero, ¿qué pasa cuando lo tragamos por accidente? La creencia común de que "el chicle se queda en tu estómago durante siete años" es en gran parte un mito, pero, al mismo tiempo, hay verdades importantes sobre el tema que merecen atención.
Cuando tragamos un pedazo de chicle, el cuerpo no puede descomponerlo como lo hace con otros alimentos. Los ingredientes del chicle, que incluyen goma base, resinas y otros componentes similares a los de los pegamentos, no se pueden digerir. Sin embargo, si solo se ingiere un trozo de vez en cuando, no debería haber mayor problema. Un sistema digestivo saludable puede expulsarlo naturalmente en unos pocos días.
El verdadero problema surge cuando esto se convierte en un hábito. La goma de mascar es una sustancia que no se descompone, y en casos raros, puede acumularse en el tracto digestivo, formando masas llamadas bezoares. Estos bloqueos pueden generar dolor abdominal, hinchazón, diarrea, vómitos y, en casos más graves, requerir atención médica urgente.
En situaciones críticas, un bloqueo completo del tracto digestivo puede interrumpir el paso de alimentos y líquidos, cortar el suministro de sangre a ciertas partes del intestino e incluso causar infecciones graves. En estos casos extremos, puede ser necesaria una cirugía para remover el bloqueo.
Aunque el chicle tiene sus beneficios, como ayudar a reducir el estrés o mejorar la memoria a corto plazo, la lección es clara: disfrutar de una goma de mascar es completamente inofensivo, pero tragársela habitualmente puede acarrear consecuencias indeseadas. Si bien un error ocasional no representa un gran problema, lo mejor es evitar convertirlo en un hábito.