La temperatura en el hogar podría tener un impacto directo en la salud cerebral de las personas mayores, según un estudio reciente publicado en la revista Journal of Gerontology: Medical Sciences.
Los investigadores descubrieron que las personas mayores tienen un mejor rendimiento cognitivo y son más capaces de mantener la atención cuando la temperatura de su casa se mantiene entre 68 y 75 grados Fahrenheit. Si la temperatura varía solo 7 grados en cualquier dirección, la probabilidad de tener dificultades para concentrarse se duplica.
El investigador principal, Amir Baniassadi, del Instituto Marcus para la Investigación sobre el Envejecimiento, señaló que estos hallazgos resaltan la importancia de comprender cómo factores ambientales, como la temperatura interior, influyen en la salud cognitiva de la población envejecida. A medida que las personas envejecen, se vuelven menos capaces de adaptarse a cambios drásticos de temperatura debido a una disminución en la capacidad de regular la temperatura interna del cuerpo, un problema que se ve agravado por enfermedades crónicas y los medicamentos que se utilizan para tratarlas.
Para este estudio, los investigadores instalaron sensores en las casas de 47 personas mayores de 65 años para monitorear la temperatura entre octubre de 2021 y marzo de 2023. Los participantes completaron una encuesta diaria en sus teléfonos inteligentes, preguntando si les resultaba difícil mantener la atención en lo que estaban haciendo en ese momento. Los resultados mostraron una "relación en forma de U" entre la temperatura del hogar y las dificultades para mantener la atención, lo que indica que tanto las temperaturas altas como las bajas se asocian con problemas de concentración.
Este estudio también sugiere que el cambio climático podría afectar las capacidades cognitivas de las personas mayores, incrementando potencialmente su riesgo de deterioro cognitivo. Los investigadores subrayan que el entorno del hogar es crucial, ya que muchos adultos mayores, incluso en países más desarrollados, no pueden permitirse sistemas de calefacción o refrigeración adecuados o no tienen la capacidad para usarlos correctamente.
Los investigadores proponen explorar intervenciones tecnológicas, financieras y políticas para ayudar a los adultos mayores a mantener un ambiente térmico cómodo en sus hogares. Esto incluye el desarrollo de sistemas automáticos de control de temperatura que se ajusten a las necesidades de las personas con discapacidades cognitivas o físicas, apoyo financiero para protegerlos de la pobreza energética, y políticas para mejorar la resiliencia de las viviendas al cambio climático.