El camino hacia la inclusión: desafío y aprendizajes de una familia
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Hizo un llamado a la inclusión, la empatía y el respeto hacia las personas con autismo
Karen Alejandra Reyna Pompa, madre de una niña de tres años diagnosticada con autismo nivel 1, comparte su experiencia y reflexiona sobre la importancia de la inclusión social y la comprensión del autismo. Su hija fue diagnosticada una semana después de cumplir tres años, tras presentar una serie de comportamientos que llamaron la atención de su familia, como la pérdida de habilidades lingüísticas y la falta de respuesta a su nombre. Desde temprana edad, mostró características distintivas como organizar sus juguetes en fila, clasificar objetos por colores o tamaños y caminar de puntitas, además de tener una hipersensibilidad a ruidos fuertes.
Adaptación. Alejandra relató que el proceso de aceptación fue complicado, ya que recibir un diagnóstico como madre fue difícil. Aunque su familia aceptó el diagnóstico, no fue sencillo, y destacó lo complicado que es enfrentar el juicio social cuando se desconocen las características del autismo. Mencionó que la sociedad tiende a emitir juicios sin comprender, lo que genera frustración en los padres de niños con autismo.
Dificultades más grandes. Para su hija es la hipersensibilidad auditiva, que la lleva a evitar sonidos fuertes como aplausos o carcajadas. Para sobrellevar esta situación, Alejandra utiliza canceladores de ruido y un arnés para garantizar su seguridad al salir de casa, ya que, debido a su condición, podría correr riesgos de accidentes. Sin embargo, algunas personas han criticado el uso de estas herramientas sin entender su función, lo que resulta molesto para la madre. “No es un capricho, es una necesidad para su bienestar”, comentó.
Escuela especializada. La pequeña asiste desde septiembre del año pasado al CAM 17 en Nueva Rosita, una escuela especializada en la atención de niños con discapacidades. Allí, recibe el apoyo de una maestra especial y una asistente, y cuenta con el acompañamiento de psicólogos, terapeutas de lenguaje y maestros de educación física. Alejandra destacó que este tipo de instituciones son fundamentales para la inclusión de los niños con autismo.
Apoyo. Alejandra reconoce que, en ocasiones, algunos niños pueden alterarse, lo que genera situaciones difíciles. Sin embargo, subrayó que las madres de los niños con discapacidad se apoyan mutuamente, pues todas comparten experiencias similares y entienden los retos que enfrentan sus hijos.
Hermanos. La madre también mencionó que el apoyo de sus tres hermanos mayores ha sido clave en la inclusión de su hermana. Ellos han aprendido sobre el autismo y saben interpretar las reacciones de su hermana, lo que evita que las actitudes de la pequeña sean malinterpretadas como berrinches o groserías.
Avances. Finalmente, Alejandra expresó que, gracias al esfuerzo constante entre la escuela y la familia, su hija ha tenido avances importantes. Además de las terapias que recibe por las tardes, su hija ha mejorado en aspectos como el contacto visual y la tolerancia a estímulos
Concluyó enviando un mensaje a la sociedad: “El autismo no se cura, se comprende”. Hizo un llamado a la inclusión, la empatía y el respeto hacia las personas con autismo, recordando que la comprensión es fundamental para lograr una sociedad verdaderamente inclusiva.
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