Las personas que donan sangre regularmente podrían tener un beneficio desconocido hasta ahora. Un equipo del Instituto Francis Crick (Reino Unido) ha descubierto que estas personas experimentan cambios genéticos en sus células madre sanguíneas, lo que favorece la producción de nuevas células no cancerosas.
Comprender las mutaciones que se acumulan en las células madre sanguíneas con el envejecimiento es fundamental para entender cómo y por qué se desarrollan los cánceres de sangre, como la leucemia, y para intervenir antes de que se presenten los síntomas clínicos.
A medida que envejecemos, las células madre de la médula ósea acumulan mutaciones de forma natural, lo que genera clones, grupos de células sanguíneas con composiciones genéticas ligeramente distintas. A veces, estos clones pueden dar lugar a cánceres sanguíneos.
En un estudio del IRB Barcelona, financiado por la Fundación CRIS contra el cáncer, se descubrió que el «estado previo» de las células madre sanguíneas influye en el tipo de leucemia que se desarrolla.
Cuando una persona dona sangre, sus células madre de la médula ósea producen nuevas células para reemplazar la sangre perdida, lo que genera estrés y selecciona ciertos clones. En un estudio publicado en la revista Blood, los investigadores analizaron muestras de sangre de más de 200 donantes frecuentes (que donaron sangre al menos tres veces al año durante 40 años) y donantes esporádicos (que donaron menos de cinco veces).
Los resultados mostraron que ambos grupos tenían una diversidad clonal similar, pero las composiciones de las poblaciones de células sanguíneas eran diferentes. Por ejemplo, ambos grupos contenían clones con mutaciones en el gen DNMT3A, que se sabe que está involucrado en la leucemia. Sin embargo, los cambios en este gen en los donantes frecuentes no ocurrían en las áreas asociadas con las fases preleucémicas.
Para profundizar en estos hallazgos, los investigadores editaron el gen DNMT3A en células madre humanas en laboratorio, induciendo mutaciones asociadas con leucemia y con los cambios no preleucémicos observados en los donantes frecuentes.
Las células cultivadas con eritropoyetina (EPO) mostraron un buen crecimiento en respuesta a la pérdida de sangre, pero no crecieron en un ambiente inflamatorio simulado. En cambio, las células con mutaciones preleucémicas mostraron un crecimiento anormal en ambos entornos. Los investigadores trasplantaron estas células en ratones, donde las células con mutaciones frecuentes no se volvieron cancerosas bajo estrés, mientras que las preleucémicas promovieron un aumento de glóbulos blancos en ambas condiciones.
El equipo concluye que la donación regular de sangre selecciona mutaciones que permiten que las células respondan bien a la pérdida de sangre, pero no selecciona mutaciones preleucémicas asociadas con cáncer de sangre.
«Nuestro trabajo muestra cómo los genes interactúan con el ambiente a medida que envejecemos. Las actividades que ejercen bajo estrés sobre la producción de células sanguíneas permiten que nuestras células madre se renueven, favoreciendo las mutaciones que promueven el crecimiento de las células madre en lugar de la enfermedad», explica Dominique Bonnet, líder del estudio.
Aunque el tamaño de la muestra es limitado y no se puede asegurar que la donación de sangre reduzca las mutaciones preleucémicas, Bonnet sugiere que las personas que donan sangre regularmente podrían tener una mayor probabilidad de estar saludables, lo que también se refleja en sus clones de células sanguíneas.