Un grupo de más de 50 expertos en obesidad ha propuesto cambios significativos en la forma en que se diagnostica y clasifica esta condición, respaldado por una comisión apoyada por The Lancet.
Una de las principales recomendaciones es eliminar el índice de masa corporal (IMC) como único criterio para diagnosticar la obesidad, sugiriendo en su lugar el uso de múltiples mediciones corporales. Este informe plantea que la obesidad debería clasificarse en dos tipos diferentes, según el daño que cause al individuo.
El IMC se utiliza actualmente como medida principal para determinar la obesidad, clasificando a las personas con un IMC superior a 30 como obesas y a aquellas con más de 40 como obesidad severa. Sin embargo, los expertos apuntan que esta medición no refleja completamente la situación, ya que no distingue entre la cantidad de grasa corporal y la distribución de la misma. Por ejemplo, una persona con un IMC alto podría tener poca grasa corporal si es físicamente activa, mientras que alguien con un IMC "normal" podría tener un exceso de grasa.
El grupo sugiere que, además del IMC, se deben tomar otras mediciones como la circunferencia de la cintura, la relación cintura/cadera o la relación cintura/altura. Alternativamente, se puede utilizar la densitometría ósea para medir la grasa corporal de manera más precisa. La idea es contar con al menos dos mediciones corporales para asegurar un diagnóstico más preciso.
Además, proponen una clasificación de la obesidad en "preclínica", que podría no causar problemas de salud inmediatos, y "clínica", que requiere intervención inmediata, como el uso de medicamentos (por ejemplo, semaglutida, ingrediente activo en Ozempic y Wegovy) o cirugía bariátrica. Esta distinción permitiría un enfoque más personalizado en el tratamiento y manejo de la obesidad, adaptado al riesgo de cada paciente.
El objetivo es ofrecer un diagnóstico más preciso y efectivo, con intervenciones basadas no solo en el IMC, sino en un análisis más detallado de la salud de cada persona.