Viajar para morir: la última forma de turismo médico

En los 18 meses posteriores al diagnóstico de una recurrencia de cáncer de ovarios que pensaba haber superado hace 20 años, Francine Milano hizo dos viajes desde su hogar en Pennsylvania a Vermont. Su propósito no era disfrutar de actividades recreativas como esquiar, hacer senderismo o admirar el paisaje, sino preparar su propia muerte.

"Quería tener control sobre cómo iba a dejar este mundo", explicó Milano, una mujer de 61 años que reside en Lancaster. "Decidí que era algo que podía elegir."

Cuando Milano se enteró, a principios de 2023, de que su enfermedad era incurable, la opción de recurrir a la asistencia médica para morir no estaba disponible para ella. En ese momento, tendría que viajar a Suiza, vivir en el Distrito de Columbia, o en uno de los diez estados donde la muerte asistida era legal.

No obstante, en mayo de 2023 Vermont eliminó el requisito de residencia para acceder a la muerte asistida, y Oregon hizo lo mismo dos meses después. Aunque Montana permite la muerte asistida por una decisión judicial de 2009, no establece reglas sobre la residencia. Nueva York y California también han considerado recientemente leyes para permitir que residentes fuera del estado accedan a la asistencia médica para morir, pero ninguna de estas propuestas fue aprobada.

A pesar de las opciones limitadas y los desafíos asociados, como encontrar médicos en un nuevo estado, decidir el lugar de la muerte y viajar cuando se está demasiado enfermo, docenas de personas han viajado a los estados que ahora permiten la asistencia médica para morir a no residentes.

Desde mayo de 2023 hasta junio de 2024, al menos 26 personas viajaron a Vermont para recibir asistencia médica para morir, lo que representa casi el 25% de las muertes asistidas registradas en el estado durante ese período, según el Departamento de Salud de Vermont. En Oregon, 23 residentes de fuera del estado recibieron asistencia médica para morir en 2023, representando un poco más del 6% del total estatal, según la Autoridad de Salud de Oregon.

El oncólogo Charles Blanke, cuya clínica en Portland se especializa en cuidados al final de la vida, indicó que la cifra de Oregon probablemente subestime la realidad, y espera que aumente. En el último año, ha atendido de dos a cuatro pacientes de fuera del estado semanalmente, alrededor de una cuarta parte de su consulta, y ha recibido llamadas de todo el país, incluidos Nueva York, las Carolinas, Florida y muchos de Texas. Sin embargo, el hecho de que los pacientes estén dispuestos a viajar no significa que el proceso sea sencillo ni garantice el resultado deseado.

"La ley es muy estricta sobre los procedimientos a seguir", comentó Blanke.

Tanto en Oregon como en Vermont, los pacientes deben ser evaluados por dos médicos, cumplir con el requisito de tener menos de seis meses de vida, estar mental y cognitivamente capacitados, y ser físicamente capaces de tomar los medicamentos para terminar con sus vidas. Los historiales deben revisarse en el estado; de lo contrario, se estaría ejerciendo medicina fuera del estado, lo cual infringe los requisitos para la licencia médica. Por ello, los pacientes deben estar en el estado para la evaluación inicial, al solicitar los medicamentos y al tomarlos.

Estas restricciones han sido impuestas por las legislaturas estatales como salvaguardias, para equilibrar los derechos de los pacientes que buscan ayuda para morir con la necesidad de evitar leyes que puedan causar daño. Sin embargo, Peg Sandeen, CEO del grupo Death With Dignity (Muerte Digna), señala que estas normas representan una carga adicional para personas que ya están sufriendo.