El sulfato ferroso es un suplemento de hierro utilizado para prevenir y tratar la anemia ferropénica, una condición causada por la falta de hierro en el cuerpo.
Esta anemia puede ocurrir por una ingesta insuficiente de alimentos ricos en hierro, por necesidades nutricionales elevadas (como en el embarazo o la lactancia) o debido a afecciones que dificultan la absorción de hierro, como la enfermedad celíaca o tras una cirugía bariátrica.
Usos principales
- Prevención y tratamiento de la anemia ferropénica.
- Embarazo y lactancia: para evitar complicaciones como parto prematuro, bajo peso al nacer o deficiencia de hierro en el bebé.
- Condiciones específicas: trastornos gastrointestinales, parasitosis o intervenciones quirúrgicas que dificultan la absorción de hierro.
Presentaciones y dosis recomendadas El sulfato ferroso está disponible en formas como gotas, jarabes o tabletas. Las dosis varían según la edad, el peso y la indicación médica:
- Lactantes de 0 a 6 meses (2-6 kg): 3 a 15 gotas diarias, según indicación médica.
- Bebés de 7 a 12 meses (6-10 kg): 10 a 30 gotas diarias, no exceder de 30 gotas.
- Niños de 1 a 3 años (10-14 kg): 20 a 40 gotas diarias, no superar 40 gotas.
- Niños de 4 a 6 años (14-20 kg): 30 a 60 gotas diarias, con un máximo de 60 gotas.
- Niños de 7 a 10 años (20-30 kg): 40 a 80 gotas diarias, siendo 80 gotas el máximo.
- Niños mayores de 11 años y adultos (más de 30 kg): 40 a 150 gotas diarias, ajustadas por el médico.
- Mujeres embarazadas o en lactancia: 60 a 120 gotas diarias, según la recomendación médica.
Cuando se presenta en tabletas de 40 mg, los niños de 6 a 12 años pueden tomar una tableta tres veces al día, y los adultos hasta cuatro tabletas diarias, según indicación médica.
Recomendaciones para el consumo Es mejor tomar el sulfato ferroso una hora antes o dos horas después de las comidas para optimizar su absorción. Combinado con alimentos ricos en vitamina C (como naranja o kiwi) mejora su absorción. Se debe evitar su consumo junto con alimentos ricos en calcio (como lácteos) o cafeína (como café o té), ya que estos pueden reducir la eficacia del suplemento.
Efectos secundarios El sulfato ferroso puede causar náuseas, vómitos, dolor abdominal, estreñimiento, diarrea, pérdida de apetito y, en ocasiones, heces oscuras (lo cual es normal). En su forma líquida, puede oscurecer los dientes, por lo que se recomienda diluirlo en agua o jugo.
Contraindicaciones El sulfato ferroso está contraindicado en personas con enfermedades sanguíneas como talasemia, anemia falciforme, anemia hemolítica o hemocromatosis (exceso de hierro en el cuerpo). También no se debe usar en personas con problemas hepáticos, aquellos que reciben transfusiones frecuentes o padecen úlcera gástrica, colitis ulcerativa o diarrea crónica.