La diabetes tipo 1 es una enfermedad crónica autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca y destruye las células del páncreas que producen insulina. Para compensar esta falta, los pacientes deben administrar insulina mediante inyecciones o bombas de insulina.
Además, quienes padecen diabetes deben controlar sus niveles de glucosa en sangre, gestionar su dieta (especialmente los carbohidratos), y equilibrar su actividad física, entre otros factores que pueden afectar sus niveles de glucosa.
Un manejo inadecuado de la enfermedad puede elevar los niveles de azúcar en sangre, lo que, a largo plazo, puede dañar órganos vitales como el corazón, los vasos sanguíneos, los nervios, los ojos y los riñones.
Por lo tanto, es crucial monitorear el número de jóvenes afectados, identificar las causas y proporcionar a los responsables de salud datos epidemiológicos para detectar nuevos casos con antelación.
Aumento de la incidencia
Con este objetivo, un grupo de investigadores ha examinado la incidencia de diabetes tipo 1 en 32 países europeos desde 1994 hasta 2021, analizando 75 estudios que incluyen a 219,331 individuos de 0 a 14 años. Los resultados muestran un aumento significativo en la incidencia de la enfermedad: desde 11 casos por cada 100,000 personas/año entre 1994 y 2003 hasta 21 casos por cada 100,000 personas/año entre 2013 y 2021.
Variaciones entre países
El estudio también reveló importantes diferencias regionales. Mientras que la incidencia aumentó en la mayoría de los países europeos, especialmente en los del norte (Finlandia, Suecia y Noruega), se observó una estabilización en lugares como el Reino Unido y España. Entre 2013 y 2021, Rumanía y Turquía reportaron las tasas de incidencia más bajas (11 y 12 casos por cada 100,000 personas/año, respectivamente), mientras que Finlandia e Irlanda registraron las más altas (56 y 33 casos, respectivamente).
En España, la incidencia se ha mantenido relativamente estable, con una ligera subida de 16 casos por cada 100,000 personas/año entre 1994 y 2003 a 17.5 casos entre 2013 y 2022.
Posibles causas de la tendencia al alza
El origen de la diabetes tipo 1 sigue siendo incierto, pero se cree que puede haber una predisposición genética, junto con posibles desencadenantes como procesos autoinmunes, virus, estilos de vida y factores ambientales, incluyendo la dieta.
Por ejemplo, se ha observado que vivir en países con mayores niveles de renta per cápita o en regiones más septentrionales, como Finlandia o Suecia, podría influir en la incidencia de diabetes tipo 1. La radiación ultravioleta varía según la latitud geográfica, y algunos estudios sugieren que la exposición a esta radiación podría tener un efecto protector, ya que podría moderar las respuestas inmunitarias del organismo.
El impacto de la pandemia
Otro factor relevante es el aumento de casos nuevos de diabetes tipo 1 en menores a nivel global desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Esto podría estar relacionado con el impacto de la infección en la inmunidad de los individuos susceptibles o con una disminución en la capacidad de los sistemas de salud para detectar y controlar la enfermedad a tiempo.
Actualmente, es esencial continuar desarrollando políticas de salud que promuevan estilos de vida saludables y controlen factores de riesgo ambientales que podrían contribuir a problemas inmunológicos asociados con esta importante cuestión de salud pública