Las enfermedades cardiovasculares se han convertido en una de las principales consecuencias del COVID-19, con un aumento del 28% en las tasas de mortalidad en los últimos cuatro años.
Un análisis de datos de los CDC revela que más de 250.000 estadounidenses mayores de 35 años murieron por enfermedades cardiovasculares entre 2020 y 2022, por encima de lo previsto según las tendencias históricas.
Las muertes por accidente cerebrovascular también han aumentado, con un 5% más de muertes en 2023 en comparación con los niveles prepandémicos.
Las causas del aumento aún no se comprenden del todo, pero los científicos creen que el virus puede dañar directamente el corazón y los vasos sanguíneos.
La pandemia también ha tenido un impacto indirecto en la salud cardiovascular, al interrumpir la atención médica y empeorar las tasas de obesidad y presión arterial alta.
Los expertos advierten que el aumento de las enfermedades cardíacas podría tener un impacto significativo en los costos de atención médica y en la salud pública en general.
Se necesitan más investigaciones para comprender mejor los efectos del COVID en el corazón y desarrollar estrategias para prevenir y tratar las complicaciones cardiovasculares.
