El olvido momentáneo de lo que íbamos a hacer, como olvidarse de una tarea pendiente o de algo que íbamos a buscar, tiene una explicación científica relacionada con un tipo de memoria conocida como memoria prospectiva.
Esta memoria es la que nos permite recordar planes e intenciones futuras, como realizar una acción o completar una tarea. Sin embargo, este sistema no siempre funciona a la perfección y puede verse afectado por diversos factores.
¿Por qué olvidamos lo que íbamos a hacer?
El neurólogo Saúl Martínez-Horta explica en su libro ¿Dónde están las llaves? que estos olvidos suelen estar relacionados con nuestra atención. Cuando estamos distraídos o sobrecargados de información, el cerebro puede "desconectarse" del objetivo inicial y no registrar adecuadamente la acción que teníamos en mente. Este fenómeno ocurre debido a la saturación de nuestro sistema cognitivo, donde el cerebro prioriza ciertas tareas sobre otras.
Factores que influyen en estos olvidos:
- Interrupciones: Una nueva tarea o estímulo puede interrumpir el proceso mental y hacer que nos olvidemos de la intención original.
- Distracciones externas: Factores como la televisión, las notificaciones del teléfono móvil u otros estímulos visuales o auditivos pueden desviar nuestra atención y dificultar el recuerdo de lo que íbamos a hacer.
- Sobrecarga cognitiva: Cuando recibimos demasiada información o tenemos demasiadas demandas mentales, nuestra capacidad de atención se ve limitada, lo que interrumpe el funcionamiento de la memoria prospectiva.
- Cansancio mental: El agotamiento afecta la concentración, lo que puede hacer que olvidemos nuestros planes e intenciones.
¿Deberíamos preocuparnos?
Martínez-Horta aclara que estos olvidos, aunque pueden ser molestos, son parte del funcionamiento normal del cerebro y no suelen ser señales de problemas graves. Son más bien un reflejo de un sistema de atención temporalmente saturado o distraído.
Para reducir la frecuencia de estos olvidos, es útil mantener un entorno menos estimulante, organizar las tareas y priorizar el descanso. Esto puede ayudar a mejorar la atención y, por ende, la memoria prospectiva, reduciendo las distracciones y mejorando nuestra capacidad para recordar lo que teníamos planeado hacer.