A Zorel Morales le inquieta la presencia de 130.000 toneladas de material tóxico en Panamá.
Este material, conocido como concentrado de cobre, consiste en mineral de cobre parcialmente procesado y se encuentra en una mina que ha estado cerrada desde finales de 2023. Morales, presidente de la Cámara Minera de Panamá, señala que las reacciones químicas que ocurren en el concentrado pueden liberar gases peligrosos y provocar un aumento en la temperatura del material, lo que plantea riesgos ambientales.
Morales advierte que estos tóxicos representan una amenaza para la salud y seguridad del personal que aún trabaja en el sitio. El concentrado de cobre, que es mineral finamente molido y tratado para aumentar su contenido de cobre antes de ser exportado, puede liberar gas tóxico como el dióxido de azufre. Además, la exposición a sus partículas en polvo puede dañar el sistema respiratorio y también es perjudicial para la vida acuática.
El material está almacenado en Cobre Panamá, una gran mina de cobre a cielo abierto que se cerró en diciembre pasado tras una decisión de la Corte Suprema del país que consideró inconstitucional una nueva concesión de 20 años para su operación. Después del fallo, el gobierno ordenó el cierre inmediato de la mina, manteniendo solo al personal de mantenimiento.
La decisión se tomó después de que en octubre y noviembre de 2023, miles de personas protestaran contra la mina, alegando que estaba causando daños ambientales. La mina, una de las más grandes del mundo, empleaba a unas 7.000 personas y representaba el 1% de la producción global de cobre. Inaugurada en 2019, es propiedad de la empresa canadiense First Quantum Minerals, que invirtió 10.000 millones de dólares en la mina, incluyendo infraestructura como carreteras y maquinaria.
First Quantum ha reclamado su derecho a exportar el concentrado de cobre y ha presentado dos demandas de arbitraje internacional contra Panamá, aunque también ha expresado su deseo de dialogar con el nuevo gobierno que asumió el poder en julio.