Durante mucho tiempo, el tratamiento de los cánceres de próstata en etapa temprana que no se han extendido más allá del órgano ha implicado la extirpación de los ganglios linfáticos cercanos en la pelvis, tanto como medida preventiva como para "estadificar" la enfermedad.
Sin embargo, una revisión reciente de expertos sugiere que en muchos casos, los hombres en esta situación podrían beneficiarse más si se conservan sus ganglios linfáticos. Mantener estos ganglios podría ayudar a evitar efectos secundarios severos, como el linfedema incapacitante. Además, los expertos sospechan que dejar los ganglios pélvicos intactos podría potenciar la efectividad de los nuevos medicamentos contra el cáncer que se basan en el sistema inmunitario.
"Es posible que sea el momento de reconsiderar si los ganglios linfáticos son realmente enemigos o aliados en el manejo del cáncer de próstata", comentó el Dr. Ash Tewari, autor principal del estudio y presidente de urología en el Icahn Mount Sinai de Nueva York. Él y sus colegas creen que una revisión más detallada del tema es necesaria.
La investigación, publicada en la revista Nature Reviews Urology, señala que el tratamiento común para el cáncer de próstata localizado en etapa temprana a menudo implica la extirpación de la próstata junto con aproximadamente seis ganglios linfáticos cercanos. Un estudio mostró que, entre 2004 y 2013, se extirparon ganglios linfáticos pélvicos en el 63.5% de estos casos.
Sin embargo, a pesar de la preocupación de los médicos por la posible propagación del cáncer a los ganglios linfáticos, un estudio reveló que solo una pequeña fracción de estos ganglios (3.7%) contenía células cancerosas. Además, la extirpación de los ganglios linfáticos en tumores en etapa temprana no mostró beneficios significativos en términos de recurrencia del tumor, diseminación o supervivencia general.
Una posible ventaja de mantener los ganglios linfáticos es su papel en la eficacia de las nuevas terapias oncológicas basadas en el sistema inmunitario, como los inhibidores de puntos de control inmunitario, que incluyen medicamentos como Keytruda, Opdivo, Yervoy y Tecentriq. Estos tratamientos desactivan mecanismos que las células cancerosas utilizan para evadir el sistema inmunitario, permitiendo que las células T detecten y destruyan las células malignas.
Los ganglios linfáticos pélvicos cercanos al tumor podrían contener células que ayudan a estos medicamentos a funcionar mejor. Estudios en ratones han demostrado que la extirpación de los ganglios linfáticos antes de administrar un fármaco de inmunoterapia reduce significativamente la eficacia del tratamiento en comparación con los ratones cuyos ganglios se mantuvieron intactos.