Aitor es un voluntario de la ONG Músicos por la Salud que, con su guitarra, visita a los pacientes del hospital de día de oncología del Gregorio Marañón de Madrid para hacer más llevadera su estancia a través de la música.
Todos los días, Aitor recorre los boxes donde los pacientes reciben su tratamiento oncológico, ofreciéndoles pequeños conciertos. Su objetivo no es ser el centro de atención, sino usar la música como herramienta para mejorar el estado de ánimo de los pacientes, brindándoles consuelo, distracción y momentos de alegría.
El músico comienza con canciones populares y accesibles, como el bolero "Quizás, quizás, quizás" y temas animados como "Ojalá que llueva café", logrando que algunos pacientes, aunque estén recibiendo su tratamiento, participen y canten con él. En cada caja, Aitor es recibido con sonrisas y aplausos, demostrando el impacto positivo que la música tiene sobre los pacientes, incluso aquellos que están en situaciones vulnerables debido a su enfermedad.
Aitor comparte que comenzó su labor de voluntariado inspirado por un amigo y que, aunque es profesor de música, no ejerce actualmente. Para él, tocar en un hospital es una experiencia única, pues el foco no es el músico, sino el bienestar de las personas que están pasando por momentos difíciles. La música, según Aitor, les proporciona una válvula de escape, ayudando a los pacientes a sentirse mejor y dándoles fuerzas para afrontar su tratamiento.
La doctora María Sánchez, coordinadora de la Unidad de Cuidados Paliativos del Marañón, respalda la labor de Músicos por la Salud, destacando que la música tiene un efecto terapéutico comprobado. Ayuda a aliviar la ansiedad, la fatiga y el dolor, y proporciona distracción, contribuyendo a mejorar el bienestar de los pacientes. Además, resalta que el poder de la música radica en su capacidad para adaptarse al estado emocional de cada paciente, lo que la convierte en una herramienta eficaz en el cuidado médico.
La organización Músicos por la Salud nació hace nueve años, inspirada por la experiencia del presidente de la ONG, Guillermo Giner, con su madre, quien, durante su estancia en el hospital debido a un cáncer de colon, encontró consuelo en la música. El impacto positivo de la música en la madre de Giner y sus compañeras de habitación fue evidente: todas pasaron de sentirse desasosegadas a sonreír y cantar, lo que inspiró a Giner a crear esta iniciativa.
Este tipo de actividades demuestra el poder transformador de la música, no solo como un medio de entretenimiento, sino como una herramienta emocional y terapéutica que puede hacer la diferencia en la vida de los pacientes y sus familias en momentos difíciles.