Una cara enrojecida puede ser un signo de vergüenza, alergias o incluso de consumo de alcohol en personas especialmente sensibles a él. Sin embargo, para muchas personas, este enrojecimiento podría ser un síntoma de rosácea. A pesar de los avances recientes en el estudio y tratamiento de esta afección, aún persisten muchas incógnitas, y millones de estadounidenses no están recibiendo la ayuda adecuada para manejarla.
Un trastorno multifacético
La rosácea es una afección inflamatoria crónica que afecta aproximadamente al 5% de los adultos (lo que equivale a unos 12 millones de personas en EE.UU.). Generalmente se manifiesta después de los 30 años y presenta una amplia variedad de síntomas que pueden confundirse con otras afecciones cutáneas como el acné o las quemaduras solares.
Inicialmente, muchas personas experimentan parches de piel enrojecida alrededor de la nariz y la frente, que con el tiempo pueden volverse permanentes. Algunas personas desarrollan protuberancias similares a granos o pequeños vasos sanguíneos inflamados, y otras pueden sentir picazón o dolor. En los casos más severos, la piel o la nariz pueden engrosarse y volverse bulbosas. Aunque la rosácea suele limitarse a la cara, puede extenderse al cuello y al pecho, y algunas personas también pueden tener ojos enrojecidos y lacrimosos. Los episodios de rosácea pueden aparecer y desaparecer sin motivo aparente o ser provocados por factores como ejercicio, exposición al sol, estrés o ciertos alimentos.
Desentrañando la rosácea
Una de las dificultades con la rosácea es entender su causa. Su naturaleza inflamatoria sugiere una disfunción del sistema inmunológico, pero los factores exactos detrás de esta disfunción aún son desconocidos. La rosácea tiende a ser hereditaria, lo que sugiere que la genética juega un papel, pero factores ambientales como la exposición a rayos UV o el tabaquismo también parecen aumentar el riesgo. Algunos estudios incluso han encontrado que fumar podría reducir las probabilidades de rosácea, lo que añade un nivel de confusión. Además, la rosácea se ha asociado con el uso de ciertos medicamentos, como esteroides, y con los ácaros Demodex, que normalmente viven de forma inofensiva en nuestra piel.
Avances en el diagnóstico y tratamiento
Debido a la variedad de síntomas y posibles causas, los médicos han intentado durante mucho tiempo encontrar una forma confiable de estudiar y clasificar la rosácea. En 2002, la Sociedad Nacional de Rosácea estableció los primeros criterios estandarizados para el diagnóstico, dividiendo los casos en cuatro subtipos basados en síntomas específicos (por ejemplo, la rosácea papulopustular se caracteriza por la presencia de granos).
Aunque este sistema fue un avance respecto a métodos anteriores, presentaba deficiencias. Según Hilary Baldwin, profesora asociada de dermatología en Rutgers y experta en rosácea, el problema principal era que las personas a menudo presentaban síntomas que se superponían entre los diferentes subtipos. Además, los síntomas de una persona podrían inicialmente encajar en una categoría, pero luego evolucionar para coincidir con otra.
“No todos encajan en esas categorías estrictas. Muchas personas tienen una combinación de síntomas, por lo que hemos tenido que revisar el enfoque”, comentó Baldwin en una entrevista telefónica con Gizmodo