Un estudio reciente ha encontrado que las personas que viven con VIH y requieren un trasplante de riñón pueden tener resultados similares, independientemente de si el donante también es VIH positivo o no. Los investigadores reportaron que la tasa de supervivencia a uno y tres años es prácticamente la misma, al igual que la incidencia de efectos secundarios graves, como infecciones, fiebre y rechazo del órgano.
El estudio, publicado el 16 de octubre en New England Journal of Medicine, fue dirigido por el Dr. Dorry Segev, cirujano de trasplantes y vicepresidente de cirugía en la Facultad de Medicina Grossman de la NYU. Segev afirmó que los resultados demuestran que los trasplantes de riñón entre personas con VIH son seguros y efectivos.
Este ensayo es el más grande realizado hasta la fecha sobre este tipo de trasplantes desde que se llevó a cabo el primero en 2016. La urgencia de la necesidad de trasplantes de riñón entre personas con VIH impulsó la aprobación en 2013 de la Ley de Equidad en la Política de Órganos del VIH (HOPE), que financió investigaciones sobre la seguridad de los trasplantes de órganos entre personas con VIH.
El equipo de Segev rastreó los resultados de 198 trasplantes realizados entre 2018 y 2021 en 26 centros médicos de Estados Unidos. De los donantes, 99 eran VIH positivos y 99 VIH negativos. Los resultados mostraron tasas de supervivencia similares: un 94% y un 95% al primer año y un 85% y un 87% a los tres años, respectivamente.
Las tasas de rechazo de órganos también fueron comparables entre ambos grupos, con un 21% para los donantes VIH positivos y un 24% para los donantes VIH negativos. Sin embargo, se observó un aumento temporal de los niveles de VIH en 13 pacientes que recibieron riñones de donantes VIH positivos, en comparación con solo 4 casos entre aquellos que recibieron riñones de donantes VIH negativos. Esto se atribuyó a la falta de adherencia de algunos pacientes a sus tratamientos, pero se corrigió una vez que retomaron su medicación correctamente.
El estudio también reportó un caso de superinfección, aunque no tuvo un impacto significativo en la salud del paciente. Estos resultados refuerzan la posibilidad de que el trasplante de riñones de donantes VIH positivos pueda convertirse en una práctica clínica estándar, lo que beneficiaría a miles de personas que viven con VIH y necesitan trasplantes de órganos. Además, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. ya ha propuesto políticas para hacer de estos trasplantes una parte estándar de la atención médica.