Un estudio reciente sugiere que ciertos microbios intestinales podrían estar relacionados con el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
Los investigadores encontraron que las personas que recibieron múltiples ciclos de antibióticos de penicilina tenían un riesgo ligeramente menor de desarrollar Parkinson. Es probable que estos antibióticos afecten las bacterias intestinales, lo cual podría influir en el riesgo de la enfermedad, indican los investigadores.
El estudio mostró que las personas que tomaron cinco o más ciclos de penicilina en un periodo de cinco años tenían un riesgo 15% menor de Parkinson en comparación con aquellos que no usaron antibióticos. Además, a mayor cantidad de ciclos de penicilina, menor era el riesgo de Parkinson, señaló el Dr. Gian Pal, neurólogo de la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson de la Universidad de Rutgers.
Estos hallazgos apoyan la teoría de que los microbios intestinales pueden jugar un rol en el Parkinson, un trastorno neurodegenerativo que afecta el movimiento y el equilibrio. Algunas teorías sugieren que la inflamación promovida por bacterias intestinales o la liberación de toxinas por ciertas bacterias podría aumentar el riesgo de la enfermedad.
"Existe la idea de que la enfermedad comienza en el intestino, donde la inflamación puede hacerlo más permeable, permitiendo que toxinas o inflamación lleguen al cerebro a través del nervio vago", explicó el Dr. Pal.
Publicado en la revista Parkinsonism & Related Disorders, el estudio analizó más de 12,500 expedientes médicos de personas con Parkinson en el Reino Unido, comparándolos con 80,800 personas sin la enfermedad. También encontró que quienes recibieron dos o más tratamientos antimicóticos en cinco años tenían un riesgo 16% mayor de desarrollar Parkinson.
No obstante, Pal enfatizó que estas asociaciones son leves y requieren más estudio antes de considerarse en decisiones clínicas. "Estos efectos son muy ligeros, por lo que no deben influir en el uso de antibióticos o antifúngicos", señaló Pal, quien añadió que el estudio respalda la idea de que el microbioma intestinal podría tener un papel en la enfermedad de Parkinson.
Para estudios futuros, Pal sugiere investigar la relación entre hongos o bacterias específicos y el riesgo de Parkinson. "Es importante entender mejor la composición antifúngica del intestino, que ha sido poco estudiada, y evaluar si esto ayuda a diferenciar a pacientes con Parkinson de los que no lo padecen", concluyó.