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Café y bebidas con cafeína: La cafeína puede permanecer en tu sistema hasta seis horas y actúa como un estimulante, dificultando el sueño. Además, tiene un efecto diurético, lo que puede hacerte levantarte al baño durante la noche.
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Bebidas energéticas y gaseosas: Estas bebidas no solo tienen cafeína, sino que también contienen azúcar y, en el caso de los refrescos, edulcorantes artificiales, que pueden alterar tu metabolismo y afectar la calidad del descanso.
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Alimentos grasos y comida rápida: Comidas como las frituras o los snacks procesados son difíciles de digerir y pueden causar reflujo ácido o picos de azúcar en sangre, lo que dificulta conciliar el sueño.
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Chocolates y dulces: El chocolate oscuro contiene cafeína y teobromina, que pueden acelerar el ritmo cardíaco. Los dulces con azúcar refinado también pueden alterar los niveles de glucosa y perturbar el sueño.
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Alimentos picantes y ácidos: Los alimentos como los tomates y los cítricos, o los platos muy picantes, pueden causar indigestión o reflujo ácido, especialmente cuando se consumen cerca de la hora de dormir.
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Salsas y carnes curadas: La tiramina, presente en salsas fermentadas y carnes curadas, estimula la producción de norepinefrina, un neurotransmisor que mantiene alerta y puede dificultar la relajación.
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Helados y cereales azucarados: Estos alimentos ricos en azúcar y grasas pueden dificultar la digestión y alterar el ciclo del sueño. Mejor opta por alternativas más saludables, como yogur descremado o cereales integrales.
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Alcohol: Aunque el alcohol puede inducir al sueño, interrumpe los ciclos de sueño profundo y aumenta la necesidad de levantarse al baño debido a su efecto diurético.
Para un descanso óptimo, es mejor evitar estos alimentos y bebidas antes de dormir y optar por opciones más ligeras y saludables que favorezcan la relajación y el descanso.