Con la llegada del frío a gran parte del país, es esencial ser conscientes de los efectos que las bajas temperaturas pueden tener en nuestra salud. Aunque muchas personas disfrutan del invierno, es crucial recordar que la exposición al frío no es solo un cambio de temperatura; también aumenta la vulnerabilidad a diversas enfermedades, especialmente en los grupos más susceptibles.
Cuando las temperaturas bajan, nuestro cuerpo trabaja para mantener una temperatura estable de alrededor de 37°C. Para lograrlo, realiza ajustes como aumentar la viscosidad de la sangre, elevar la presión arterial y acelerar el ritmo cardíaco. Aunque estos mecanismos son necesarios para regular la temperatura, también añaden estrés adicional que puede causar problemas de salud graves, especialmente en quienes tienen condiciones preexistentes.
Uno de los principales riesgos del frío es la hipotermia, una condición peligrosa que ocurre cuando la temperatura corporal cae por debajo de lo normal. Los primeros síntomas pueden ser sutiles, como temblores, confusión y movimientos torpes, pero si no se actúa de inmediato, la situación puede empeorar y requerir atención médica urgente. Otro riesgo es la congelación, una lesión provocada por la exposición prolongada a bajas temperaturas, que puede dañar severamente la piel y los tejidos subyacentes.
Enfermedades respiratorias y cardiovasculares
Durante el invierno, las enfermedades respiratorias suelen aumentar significativamente. El aire frío, combinado con la tendencia a permanecer en espacios cerrados y mal ventilados, favorece la propagación de virus como el de la gripe y el resfriado común. Además, el frío puede irritar las vías respiratorias, exacerbando afecciones crónicas como la bronquitis o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
El frío también afecta al sistema cardiovascular. Las bajas temperaturas pueden elevar la presión arterial y favorecer la formación de coágulos, aumentando el riesgo de ictus y enfermedades cardíacas. Este riesgo es especialmente alto en personas mayores o aquellas con problemas de salud preexistentes.
Grupos de riesgo y precauciones
No todas las personas son igualmente afectadas por el frío. Los más vulnerables incluyen a las personas mayores, recién nacidos, niños pequeños y embarazadas. Asimismo, quienes padecen enfermedades crónicas como diabetes o problemas cardíacos deben tomar precauciones adicionales durante el invierno. Es fundamental evitar la exposición prolongada al frío y mantener una buena ventilación en los espacios cerrados.
Para protegerse del frío, se recomienda vestirse en capas, usando ropa que conserve el calor corporal y proteja del viento. Es importante evitar la ropa húmeda, ya que el sudor puede enfriar el cuerpo rápidamente. En el hogar, asegúrese de mantener un buen aislamiento térmico, ventilar los espacios regularmente y utilizar sistemas de calefacción adecuados.