Un nuevo estudio de la Universidad de Arizona podría estar acercándose a una posible terapia para el Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa devastadora que, hasta ahora, no tiene cura. Este avance se centra en una proteína llamada PNA5, que, en pruebas con ratones, parece proteger las células cerebrales de los efectos destructivos de una enfermedad similar al Parkinson.
El estudio, publicado en la revista Experimental Neurology, sugiere que PNA5 podría ayudar a prevenir la degeneración cognitiva, un síntoma crítico del Parkinson que es especialmente difícil de tratar. En el estudio, los ratones tratados con PNA5 mostraron menos pérdida de células cerebrales, y los niveles de sustancias químicas inflamatorias en su cerebro disminuyeron, lo que podría ser crucial para detener o ralentizar la progresión de la enfermedad.
El Parkinson afecta a más de 500,000 personas solo en EE. UU., y entre el 25% y 30% de los pacientes ya muestran deterioro cognitivo leve al momento del diagnóstico. Con el tiempo, entre el 50% y 70% de los pacientes sufren de problemas cognitivos más graves. A pesar de la magnitud del problema, no existen tratamientos efectivos para abordar este deterioro cognitivo.
La proteína PNA5 fue diseñada para influir en la microglía, células cerebrales encargadas de la inflamación y la defensa del cerebro. En la enfermedad de Parkinson, estas células se activan excesivamente, lo que empeora el daño cerebral. PNA5 parece calmar esta sobrecarga inflamatoria y proteger las células cerebrales.
Aunque los resultados aún se encuentran en una fase temprana y basados en modelos animales, los investigadores son optimistas. PNA5 podría no solo detener la progresión del Parkinson, sino también beneficiar a pacientes con otras enfermedades cerebrales como la demencia vascular y el Alzheimer.
La investigadora Lalitha Madhavan ve a PNA5 como un posible componente en un enfoque combinado para tratar el Parkinson, señalando que, dada la complejidad de la enfermedad, podrían ser necesarias varias terapias complementarias.
Aún se necesita más investigación, pero este hallazgo abre la puerta a nuevos enfoques para tratar el Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas.