Repentinamente, una persona puede comenzar a sentirse cansada, confundida, somnolienta y desorientada. A primera vista, estos síntomas pueden parecer indicativos de problemas cerebrales, como la demencia. Sin embargo, para muchos pacientes, estos malestares pueden estar relacionados con el hígado.
La encefalopatía hepática, aunque poco conocida, está atrayendo la atención de los especialistas debido a la falta de diagnóstico adecuado y la posibilidad de un aumento en los casos en los próximos años, impulsado por el incremento de la obesidad y otras enfermedades metabólicas.
La buena noticia es que este tipo de deterioro cognitivo puede ser reversible con ajustes en la rutina y el uso de medicamentos adecuados.
Un estudio reciente publicado en The American Journal of Medicine reveló que la encefalopatía hepática podría ser más común de lo que se pensaba. Investigadores de la Virginia Commonwealth University y del Centro Médico de Asuntos de Veteranos de Richmond analizaron datos de 68,807 pacientes diagnosticados con demencia entre 2009 y 2019.
Los resultados de las pruebas de salud hepática (FIB-4) mostraron que el 12,8% de estos pacientes tenían indicadores de cirrosis y podrían estar sufriendo de encefalopatía hepática. Este porcentaje es similar al de un estudio previo realizado con 177,000 veteranos estadounidenses, donde aproximadamente el 10% mostró signos de disfunción hepática.
El doctor Jasmohan Bajaj, uno de los autores del estudio, explica que la prueba FIB-4 es un método sencillo para evaluar el riesgo de enfermedad hepática avanzada. Los pacientes con resultados alterados en esta prueba tienen una alta probabilidad de tener cirrosis, una condición que a menudo no presenta muchos síntomas. Más de la mitad de los pacientes con cirrosis desarrollan algún tipo de encefalopatía hepática.