Frenar el envejecimiento: lo que funciona y lo que no

Frenar el envejecimiento: lo que funciona y lo que no
AGENCIAS / EL TIEMPO

Consciente de que 'hay un día para nacer y otro para morir', la historia del ser humano está marcada por la búsqueda incansable del 'milagro' contra la mortalidad; una obsesión que ha caminado de la mano de lograr la 'eterna juventud'.

A día de hoy, a todos nos viene a la mente cómo multimillonarios se someten a tratamientos 'dudosos' para alcanzar este objetivo. Es el caso ya conocido de Bryan Johnson, el acaudalado tecnológico de 45 años que invierte dos millones de dólares al año para ralentizar su reloj biológico. Su régimen, diario y espartano, incluye más de cien píldoras, terapias de luz LED y restricción calórica. Y no sólo: lleva a cabo una terapia de transfusión de plasma de su hijo de 18 años, un tratamiento que la propia Agencia de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU (la famosa FDA) ni reconoce, ni aprueba.

Al margen de casos particulares, el mundo se asoma a la emergente industria del antienvejecimiento, cuyo valor global se estima en 610.000 millones de dólares en 2025 (más de 557.000 millones de euros), que persigue encontrar soluciones para retrasar, ralentizar o incluso revertir las enfermedades, lesiones y discapacidades asociadas a la edad. En el otro lado de la balanza se sitúan los centros médicos antienvejecimiento cuya cifra no para de aumentar en España. Sólo en atención estética, ya existen más de 7.000 centros sanitarios que cuentan con unidades de medicina, más que establecimientos donde se ejerce la Pediatría, la Oftalmología o la Traumatología, según el Registro General de Centros, Servicios y Establecimientos Sanitarios (Regcess). Y cada año aumentan en número.

 

Pero ¿es oro todo lo que reluce? Lo aclara Alfonso Galán, del equipo médico de Grupo Clínico Neolife: «La medicina de manejo de la edad, medicina 'antiaging' o medicina preventiva antienvejecimiento, bien practicada, se basa en utilizar todos los medios que la ciencia pone a nuestra disposición a día de hoy para diagnosticar y optimizar el estado de salud de los pacientes. El objetivo es minimizar el daño que el paso de los años produce en nuestros sistemas y en nuestras capacidades. Nosotros trajimos, ya hace más de 10 años, este concepto a España, inicialmente a Madrid y posteriormente a Marbella. Aprendimos en EE.UU. los protocolos de optimización hormonal, sobre suplementación, sobre cómo podemos actuar sobre los mecanismos de envejecimiento a nivel celular y molecular, etc... y los combinamos con nuestra propia experiencia clínica y la fortaleza en diversas áreas de todos los profesionales». A su entender, «es una disciplina fascinante, que atrae a muchos médicos y profesionales diversos que quieren practicarla».

Insiste en que al otro lado del espejo, desgraciadamente, no todo el mundo se forma de la manera adecuada para ello, y esas son las cosas que dan mal nombre a una forma de entender la medicina y al paciente que es maravillosa, eficaz y segura. «Un truquito para cuando visites alguna de estas clínicas: todo aquel que te diga que te va a dejar perfecto o perfecta, como si tuvieras 20 años menos, con un método novedoso que no implica tu esfuerzo y tu compromiso… ¡duda! En Medicina en el manejo de la edad, sin proactividad del paciente no hay éxito, o no un éxito completo, sería mejor decir», recomienda.

Abuso del término

«Regalar a la sociedad un poco más de salud y un poco más de vida». Este podría ser el 'slogan' de las declaraciones de Carlos López Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo, que actualmente trabaja en un laboratorio en París, quien se muestra escéptico con la medicina 'antiaging'. López Otín tiene como interés principal la investigación básica y la traslación de los avances logrados a través de la sanidad pública. «Por ello no sigo de cerca el trabajo de estas clínicas 'antienvejecimiento', salvo algún caso muy concreto por la confianza que me generan sus responsables. De hecho, el abuso del término 'antienvejecimiento' me parece poco adecuado al fomentar la confusión, porque, en mi opinión, es un proceso biológico normal, cuyo estudio debe aspirar, en primer lugar, a entender las muchas enfermedades asociadas al mismo. Con esto se lograría algo tan importante como regalar a la sociedad un poco más de salud y un poco más de vida», concluye.

La realidad, según los datos que maneja el experto, es que en España hay ya cerca de 20.000 centenarios y, de hecho, en cuestiones de longevidad, el país está muy bien situado. «El paso de centenarios a supercentenarios con edades superiores a los 110 años ya es mucho más complejo, y todo apunta a la existencia de límites biológicos característicos de cada especie», recalca. Con todo, el catedrático hace hincapié en el «grave error de seguir insistiendo en la contabilidad de la cronología de la vida cuando todavía queda mucho por hacer frente a enfermedades comunes y muy frecuentes que son las que verdaderamente adelgazan nuestro futuro».

El experto discute en un artículo que acaba de escribir sobre la «salud del futuro» para conmemorar los 100 años de la 'Revista de Occidente', fundada por José Ortega y Gasset, sobre «la necesidad de avanzar en la educación y en la corresponsabilización del cuidado de nuestra propia salud y de nuestro entorno como elementos centrales para progresar hacia vivir un poco más y un poco mejor». Si logramos progresar en estas direcciones creo que ya deberíamos estar contentos y agradecidos. Los improbables sueños de inmortalidad y eterna juventud los dejo para otros, concluye.

En este sentido Emiliano Corpas, director del libro 'Endocrinología del Envejecimiento' (en su versión tanto en inglés como en castellano elaborado por especialistas de distintos países), desea recalcar: Lo primero que hay que decir es que el envejecimiento es fisiológico, irreversible e inevitable». Y es que el espejo de la realidad de la medicina antienvejecimiento es uno.

Así lo defiende la doctora Elisa Pinto, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Ruber Juan Bravo. «El concepto de medicina antiaging es real, y va orientado en dos sentido. Primero orientarnos hacia unos hábitos de vida saludable: evitando la radiación solar, mejorando la alimentación con la reducción de grasas saturadas, el aumento de alimentos ricos en vitaminas y antioxidantes, estimulando la realización de ejercicio físico pero orientado en función de nuestra estructura corporal y nuestras necesidades. En segundo lugar, actuando de modo proactivo en aquellos cambios que aceleran el envejecimiento y se producen de modo natural con la edad, como son los cambios hormonales. En este momento es posible conseguir la sustitución parcial de las hormonas reducidas con hormonas bioidénticas».

La controversia

No obstante, la sustitución hormonal sigue siendo un tema controvertido. En este último punto existen discrepancias entre los especialistas. «Los últimos estudios clínicos al respecto dan una garantía de cinco años, durante los cuales su uso no aumenta la incidencia del cáncer de mama. Es posible que estas cifras relativas a datos temporales se eleven (cuando la cantidad de pacientes tratados permitan tener mas información en terapias a largo plazo), pero de momento parece demostrado que su uso es seguro durante cinco años, y son obvios los beneficios en la prevención del envejecimiento, desde aspectos tan importantes como la osteoporosis, el metabolismo graso, los riesgos de arteriosclerosis… a otros como la reducción en la síntesis de colágeno con aumento de flacidez cutánea, la atrofia mucosa, reducción de libido», insiste la experta.

En este sentido, Galán recuerda que la evidencia asociada a sus beneficios para la salud se acumula desde hace más de 50 años. «La terapia de optimización hormonal con hormonas bioidénticas (iguales molecularmente a las que nuestro cuerpo ya no produce bien) pese a la mala fama que, desgraciadamente las acompaña, no hace más que demostrar estudio tras estudio como baja mortalidad, morbilidad (enfermar) y mejora calidad de vida en todos sus usuarios. Si nos vamos a terapias que la gente lee o ve en los medios y por las que se interesa, más novedosas, menos probadas, como puede ser el uso de Rapamicina, por ejemplo, la evidencia ya es más escasa y más frágil», sostiene.

El catedrático López Otín documenta: «Personalmente, reservaría las terapias hormonales y la de crecimiento para afrontar enfermedades de tipo endocrino y siempre bajo la supervisión de endocrinólogos expertos en cada caso. Hay algunos factores hormonales que tienen ciertos efectos prometedores en el ámbito del envejecimiento saludable, pero deberíamos ser siempre muy prudentes antes de aventurarnos con tratamientos cuya validez científica no se ha demostrado todavía salvo en modelos experimentales».De forma similar opina Corpas que reconoce que la disminución de, por ejemplo, hormonas es un proceso regulador que el organismo hace para autorregularse ante el paso del tiempo. «Su uso innecesario, cuando no existe patología, llevar al proceso inverso: acelerar el envejecimiento».

Cámaras hiperbáricas, rapamicina y otras promesas

Ha sucedido lo mismo con una de las 'promesas' en medicina antiaging: las células madre. «Abrió una esperanza al inicio de este nuevo siglo, que generó inmensas expectativas sobre su uso en la prevención del envejecimiento cutáneo y de otros órganos. Sin embargo, en la actualidad no se ha logrado aún materializar esas expectativas en terapias prácticas, de uso diario y con resultados científicos demostrados, que superen suficientemente otras técnicas más sencillas. Si bien las expectativas siguen siendo altas y aún pendientes de la publicación de nuevos datos que avalen estas terapias», aclara la dermatóloga Pinto.

En el horizonte de esta especialidad quedan muchos frentes abiertos actualmente cuya eficacia queda por demostrar. «Hay diversos proyectos en los que se ha hecho una enorme inversión por algunas de las más grandes fortunas para acelerar la llegada de resultados. Temas como la reprogramación celular, la rapamicina mencionada antes, el uso de cámaras hiperbáricas, el rejuvenecimiento de órganos en concreto, etc..», apostilla Alfonso Galán.

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