El trauma al inicio de la vida puede estropear el final, según un estudio

Un estudio reciente revela que las consecuencias de los traumas infantiles pueden perdurar hasta los últimos días de una persona, independientemente de factores como el abuso parental, la adicción a las drogas o la violencia armada.

El Dr. Ashwin Kotwal, autor principal del estudio y especialista en geriatría de la Universidad de California en San Francisco, señala que el trauma infantil, especialmente el abuso físico por parte de los padres, se asocia fuertemente con el dolor al final de la vida, la soledad y los síntomas de depresión. Los eventos traumáticos durante la infancia pueden dar lugar a hábitos poco saludables, aislamiento social y un mayor riesgo de traumas posteriores, explicó en un comunicado de prensa de la UCSF.

El equipo de investigación analizó datos de un estudio que incluyó a aproximadamente 6,500 estadounidenses mayores de 50 años que fallecieron entre 2006 y 2020, con una edad promedio al morir de 78 años. Los participantes completaron cuestionarios sobre sus experiencias con 11 eventos traumáticos y su bienestar psicosocial, siendo entrevistados cada dos años hasta su fallecimiento. Además, un familiar o amigo con poder notarial proporcionó información sobre su último año de vida.

Dos de cada cinco participantes habían sufrido traumas en su infancia, lo que incluía la exposición a abuso de sustancias por parte de familiares o problemas legales. El retraso escolar fue la fuente más común de trauma infantil, mientras que en la adultez, las enfermedades graves o tener un cónyuge o hijo enfermo fueron las causas más frecuentes de trauma.

A lo largo de sus vidas, más de ocho de cada diez participantes experimentaron al menos un evento traumático, y uno de cada tres vivió al menos tres. Según Kate Duchowny, primera autora del estudio, el trauma "se introduce en el interior". También mencionó que el trauma está relacionado con la depresión y la ansiedad, lo que puede fomentar un ambiente inflamatorio que se asocia con enfermedades crónicas. El estrés persistente puede conducir a inflamación y consecuencias adversas para la salud en etapas posteriores de la vida.

Los participantes que no reportaron experiencias traumáticas encontraron un final de vida más fácil. Solo el 24% de ellos experimentó depresión, en contraste con el 40% de quienes vivieron cinco o más eventos traumáticos. El grupo sin trauma también tenía menos probabilidades de sentirse solo o experimentar dolor: el 12% se sentía solo y el 46% experimentaba dolor moderado a severo, frente al 22% y el 60% de aquellos que habían sufrido cinco o más traumas.

Los hallazgos fueron publicados en la edición del 1 de octubre de la revista Journal of the American Geriatrics Society.

El Dr. Kotwal enfatiza que es fundamental que los proveedores de salud consideren las necesidades de los pacientes a través de una perspectiva centrada en el trauma. Al final de la vida, los pacientes pueden experimentar un "dolor total" que incluye componentes espirituales, psicológicos y físicos. El trauma a lo largo de la vida puede influir en esta experiencia del dolor. Para aliviar este sufrimiento, la ayuda de psicólogos, capellanes o trabajadores sociales puede ser valiosa.

La coautora del estudio, Chelsea Brown, añade que el sufrimiento de un paciente podría no ser solo resultado de los síntomas de la enfermedad, sino también de la ansiedad y el malestar que conlleva la pérdida de control sobre su propio cuerpo. Para aquellos que han experimentado traumas, esta pérdida puede evocar recuerdos dolorosos de experiencias pasadas, lo que resulta en un sufrimiento renovado.