El tiempo que puede pasar un niño frente a las pantallas para no sufrir problemas en su desarrollo

En medio de una sociedad cada vez más tecnológica, los más pequeños de la casa se encuentran inmersos en un entorno saturado de pantallas desde el mismo momento de su nacimiento.

Un fenómeno que plantea preguntas cruciales sobre el impacto que la exposición temprana a estos dispositivos electrónicos podría tener en el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños durante los años de formación. En ese sentido, un estudio, publicado en 'JAMA Pediatrics', ha arrojado algo de luz al revelar el potencial impacto de la tecnología en el desarrollo infantil.

El aumento exponencial de la exposición a las pantallas en la infancia, alimentado por la proliferación de dispositivos digitales, ha transformado la forma en que los niños interactúan con el mundo que los rodea. Este cambio, en comparación con generaciones anteriores, ha suscitado inquietudes significativas entre investigadores y profesionales de la salud sobre cómo esta exposición influye en la percepción y respuesta sensorial de los niños.

El procesamiento sensorial, una función crucial para la vida diaria, abarca la integración de información sensorial, como la vista, el sonido y el tacto, para formar respuestas adecuadas. En ese sentido, el estudio sugiere que la exposición excesiva a las pantallas durante los años formativos podría incidir negativamente en este proceso fundamental, planteando preguntas sobre la conectividad cerebral y el desarrollo de comportamientos adaptativos.

Karen Heffler, profesora asociada de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Drexel y una de las autoras principales del estudio, y su equipo analizaron datos del Estudio Nacional Infantil, centrando su atención en 1.471 niños observados, desde su nacimiento, entre 2011 y 2014. Para ello, utilizaron el perfil sensorial de bebés/niños pequeños, una herramienta validada para evaluar el procesamiento sensorial en niños.

A los 12 meses, los niños expuestos a televisión o videos tenían el doble de riesgo de estar en la categoría alta de bajo registro. Mientras que, a medida que crecían, a los 18 y 24 meses, una mayor exposición a las pantallas se relacionaba con patrones sensoriales adversos, como un registro bajo más frecuente y una evitación de sensaciones.

Estos resultados añaden una pieza más al rompecabezas emergente que sugiere que la exposición temprana a las pantallas podría tener implicaciones significativas para el desarrollo infantil. Asimismo, la conexión entre la exposición a las pantallas y los desafíos en el procesamiento sensorial tiene implicaciones particulares para trastornos como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y el trastorno del espectro autista, donde el procesamiento sensorial atípico es común.

La Academia Estadounidense de Pediatría desaconseja pasar tiempo frente a la pantalla en bebés de 18 a 24 meses, excepto para chats de video en vivo, que podrían ofrecer beneficios de interacción. Para los niños de 2 a 5 años, la recomendación es limitar el tiempo frente a la pantalla a no más de una hora por día. En ese sentido, David Bennett, profesor de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Drexel y autor principal del estudio, subraya la importancia de la capacitación y educación de los padres para minimizar el tiempo frente a la pantalla en niños menores de dos años. Una llamada a la acción que destaca la necesidad de concientización sobre los riesgos potenciales y el papel fundamental de los padres en la gestión de la exposición digital de sus hijos.

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