Adoptar un estilo de vida saludable es clave para mantener el cerebro en óptimas condiciones. Esto implica llevar una dieta equilibrada y realizar ejercicio regularmente. Sin embargo, no siempre es necesario seguir rutinas complejas para obtener beneficios significativos. Según la doctora Wendy Suzuki, neurocientífica de la Universidad de Nueva York, caminar solo 10 minutos al día puede generar efectos inmediatos y duraderos en el cerebro.
La actividad física, incluso en su forma más sencilla, como caminar, ayuda a reducir la ansiedad y la depresión. Al mover el cuerpo, se liberan neuroquímicos como la dopamina y la serotonina, los cuales impactan positivamente el bienestar emocional, explicó Suzuki en una charla de TED Intersections.
Beneficios de una caminata diaria
Además de disminuir el estrés, caminar con regularidad fomenta la formación de nuevos vasos sanguíneos y el desarrollo de células cerebrales saludables. Los factores de crecimiento generados por el ejercicio físico también mejoran la memoria y las habilidades cognitivas, incluso en personas mayores.
Un estudio realizado por Harvard mostró que quienes siguieron un programa de actividad física moderada durante seis meses vieron un aumento en las áreas cerebrales vinculadas a la memoria. Investigaciones publicadas en Alzheimer’s & Dementia confirmaron que las personas mayores activas presentan mejores conexiones neuronales, independientemente de su historial de demencia.
¿Por qué el movimiento es importante a cualquier edad?
No importa si se ha llevado una vida sedentaria; siempre es un buen momento para comenzar. Estudios recientes indican que incluso las personas mayores de 70 años pueden experimentar mejoras significativas en su memoria y función cerebral al incorporar el movimiento en sus rutinas. Según la profesora Kaitlin Casaletto, del Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de California, las sinapsis cerebrales, esenciales para la cognición, se fortalecen con cualquier tipo de actividad física.
Wendy Suzuki también sugiere elegir ejercicios placenteros y que, si es posible, involucren estrategia, como el fútbol o el baloncesto, para estimular áreas del cerebro como la corteza prefrontal.
Incorporar movimiento de forma natural en las actividades diarias, como caminar al trabajo o dar un paseo después de comer, puede ser el primer paso para transformar la salud cerebral.