Cuando se piensa en los dolores más intensos que una persona puede experimentar, el parto y un ataque cardíaco suelen ocupar los primeros lugares. Sin embargo, pocos asocian el herpes zóster con un dolor similar.
Esta enfermedad viral, comúnmente conocida como “culebrilla”, es el resultado de la reactivación del virus de la varicela, y el dolor que provoca puede ser tan intenso que algunos pacientes lo comparan con el sufrimiento de dar a luz o tener un infarto.
Para muchas personas, el herpes zóster inicia con síntomas vagos, como fatiga o dolor corporal, pero pronto evoluciona hacia un dolor agudo que se manifiesta con erupciones en la piel.
María Teresa López Guerrero, una paciente que padeció esta enfermedad, compartió: “Fueron casi 20 días sin poder dormir por el dolor... me daban un medicamento que se suponía duraba 6 horas, pero solo hacía efecto una hora. Fueron tres semanas en las que sientes que te quieres morir”.
Herpes zóster: un dolor comparable al parto y los infartos
El dolor característico del herpes zóster es neuropático, lo que significa que afecta directamente a los nervios. Esto puede provocar sensaciones descritas como ardor, descargas eléctricas o incluso como si "lava" corriera bajo la piel. Estos síntomas no solo son incómodos, sino que pueden ser extremadamente debilitantes, afectando la vida diaria de quienes los padecen.
La Dra. Gloria Huerta, gerente médica senior de Vacunas en GSK México, destaca: “El herpes zóster puede tener un impacto significativo en la vida diaria de una persona, afectando su sueño, estado de ánimo e incluso sus relaciones personales. En casos severos, sus complicaciones pueden comprometer la vista o la audición”.
Un dolor que persiste más allá de la enfermedad
Una de las complicaciones más temidas del herpes zóster es la neuralgia posherpética (NPH), una condición en la que el dolor persiste mucho después de que las erupciones han desaparecido. Aproximadamente el 30% de las personas afectadas puede sufrir esta complicación, que puede durar meses o incluso años. Este dolor crónico es una de las principales causas de ausentismo laboral y afecta gravemente la calidad de vida.
En México, más del 40% de las personas mayores de 50 años padece algún tipo de dolor crónico, una cifra alarmante que tiende a aumentar con la edad. El dolor persistente, ya sea causado por el herpes zóster o por otras afecciones, representa un problema de salud pública que requiere atención urgente. En este contexto, la prevención juega un papel fundamental.
La vacunación: una herramienta esencial
La vacunación contra el herpes zóster es una de las formas más efectivas de prevenir tanto la enfermedad como sus complicaciones. Con el sistema inmunológico debilitándose con la edad, el riesgo de desarrollar herpes zóster aumenta, especialmente en personas mayores de 50 años. Según los especialistas, hasta un 99% de las personas de esta edad podrían tener el virus de la varicela latente en su organismo, esperando una oportunidad para reactivarse.
“Informarse adecuadamente es clave para tomar decisiones preventivas que protejan nuestra calidad de vida”, explica la Dra. Huerta. Además de la vacunación, llevar un estilo de vida saludable —que incluya una alimentación equilibrada, ejercicio regular y cuidado de la salud mental— puede ayudar a fortalecer el sistema inmunológico y reducir el riesgo de padecer enfermedades que causen dolor prolongado.
Cuidar la salud para evitar el dolor innecesario
El herpes zóster, con su dolor debilitante y sus posibles complicaciones, puede afectar de manera significativa el bienestar físico y emocional. Por ello, es crucial consultar a un médico de cabecera para discutir las mejores opciones de prevención. Como bien señaló María Teresa López Guerrero, quien sufrió las secuelas de esta enfermedad: “Si existe una forma de evitar pasar por una experiencia similar, realmente puede cambiar la vida de muchas personas”.